Este pasado miércoles 16 de septiembre se llevó a cabo el segundo debate de los candidatos presidenciales del Partido Republicano, transmitido por CNN. Diez hombres y una mujer subieron al escenario en la biblioteca de Ronald Reagan (el Jesucristo de los Republicanos, después de Jesucristo), en California. A diferencia del primer debate que fue transmitido por FOX News en agosto, este duró tres horas y no una, y tuvo un tono mucho más serio. Los candidatos dedicaron menos tiempo a pelear entre ellos y se enfocaron en hablar de sus propuestas políticas, y en hacer publicidad de su historia laboral. Los participantes fueron (en orden de porcentaje en las encuestas): Donald Trump, Ben Carson (neurocirujano que no cree en la teoría de la evolución), Jeb Bush, Ted Cruz (teócrata evangélico), Marco Rubio, Mike Huckabee (teócrata bautista), Rand Paul, Carly Fiorina, Scott Walker, John Kasich y Chris Christie.
Después de un par de insultos de Trump hacia Paul, y numerosas preguntas hechas por los moderadores para sensacionalizar el debate con la presencia del carismático empresario (Trump), los candidatos tuvieron la oportunidad de exponer sus ideas. La discusión del debate se centró en los temas que se esperaría escuchar en un debate republicano: política internacional en el medio oriente, "libertad religiosa", inmigración ilegal y la demonización de Planned Parenthood (una organización dedicada a la salud de las mujeres, con solo un 15 % de actividades dedicadas al aborto; algo que enfurece a los republicanos). La cobertura de estos temas en el debate, se resumió en:
1. Los Estados Unidos tiene que reforzar su ejército (a pesar de que tiene el presupuesto militar más grande del planeta: 560 billones de dólares, es decir un 40 % de su presupuesto fiscal), y hacer que su presencia se vuelva a sentir en el mundo.
2. Existe una "persecución" en contra del cristianismo en los EE. UU. porque a las personas penalizadas por discriminar a homosexuales se les está "negando" la posibilidad de ejercer sus "creencias" religiosas.
3. Se tiene que construir una pared entre EE. UU. y México, hacer que los ilegales en EE. UU. trabajen para pagar los impuestos que no han pagado o si no serán deportados, y monitorear a los inmigrantes legales que abusan de la estadía que les otorga su visa.
4. Planned Parenthood es una organización inhumana y cínica que está traficando los cuerpos de niños muertos (sí, eso dijeron, niños), con fines lucrativos.
Otras preguntas hechas a los candidatos fueron si los millonarios, billonarios y corporaciones deberían pagar más impuestos (algo a lo que todos, menos Trump, se opusieron); si hacer algo al respecto del cambio climático es parte de su política (algo que clasificaron como una conspiración de la izquierda); y cuál era su punto de vista respecto a la legalización de la marihuana. Debido a que todos los candidatos sostienen ideas similares acerca de los problemas que ellos consideran que son relevantes, este debate se trató bastante de ver quién era más conservador que el otro. Cuando uno decía algo que apela a la base republicana (o sea, algo autoritario o teocrático), el siguiente en hablar decía algo aun más conservador. Fue, además, una batalla de egos. El que hablaba más fuerte, el que respondía a los comentarios del otro más rápido, el que alardeaba más acerca de su carrera política (o empresarial en el caso de Fiorina y Trump), y el que aparentaba ser más conservador, parecía ser el que recibía más aplausos.
*Donald Trump y Jeb Bush discutiendo cómo dos niñas escolares
Sin embargo, hubo algunas discrepancias respecto a algunos temas. Rand Paul, por ejemplo, argumentaba que la legalización de la marihuana cumpliría con la ideología conservadora que promueve los derechos individuales. Por otro lado, Chris Christie y Carly Fiorina dijeron que es una droga peligrosa que lleva a peores sustancias; y Jeb Bush dijo que a pesar de que el fumó de joven, no sería lo "correcto" legalizar esa planta. También hubo desacuerdos con el tema de inmigración. Jeb Bush tenía un punto de vista menos radical que el de sus competidores: sugirió que se tiene que asegurar la frontera, pero darle amnistía a los ilegales que ya están en EE. UU. En cuanto al tema de la política exterior, era lo mismo. Mientras Mike Huckabee, Chris Christie, Scott Walker y Carly Fiorina sugerían mostrarle al mundo la hombría estadounidense mediante la excesiva militarización, Rand Paul y Trump argumentaron que el pasado nos ha enseñado que intervenir en el medio oriente solo causa más problemas.
*Carly Fiorina, John Kasich y Pig Christie Chris Christie
La campeona de este debate, sin duda, fue Carly Fiorina, quien mostró ser firme con sus posiciones políticas e igual de competente que sus colegas masculinos (lo cual se refleja en su salto a 2do puesto en las encuestas nacionales). Por otro lado, este debate, a diferencia del primero, minimizó bastante a Donald Trump. Mientras los otros políticos hablaban con argumentos, este candidato se limitaba a decir: "yo voy a hacer esto mejor que los demás". En conclusión, el debate republicano no fue nada distinto a lo que uno esperaría. Como siempre, había una competencia por ver quién apelaba más a su electorado, y no se tocaron los temas más importantes que enfrenta la sociedad estadounidense: cómo la reforma policial y la desigualdad socioeconómica. Peor aun, la mayoría de candidatos, como otra estrategia para apelar a su público, redujeron la complejidad de los problemas diciendo que todo era culpa de Obama y Hillary Clinton.
"La civilización del espectáculo" es un ensayo de Mario Vargas Llosa, que trata acerca de cómo el sensacionalismo ha secuestrado a la cultura. Es irónico cómo alguien que crítica a la sociedad por su idealización del espectáculo, ahora se encuentra inmerso en su propio escándalo. Para los que no saben, nuestro premio Nobel es ahora el protagonista de una relación amorosa que ha generado mucha polémica; del tipo que llena las páginas de los tabloides chicha. Esto se debe a que el aclamado escritor peruano, después de cumplir 50 años de casado con su esposa (quien, además, es su prima), inesperadamente, decidió separarse de ella para hacer pública su relación con la socialité filipina Isabel Preysler (la mamá de Enrique Iglesias).
En los últimos meses, esta nueva pareja ha estremecido los medios de comunicación, convirtiéndose en un tema de discusión de alta cobertura. Incluso su hijo, Gonzalo Vargas Llosa, ha comentado que le parece irónico que su padre, tras años de criticar a los medios por su sensacionalismo, se haya convertido en un participe del amarillismo mediático. Pero no estamos aquí para hablar ni criticar al premio Nobel peruano. MVLL podrá ser un hipócrita y clasista, pero cada quien tiene el derecho a hacer lo que lo hace feliz; cómo dijo el escritor: “Yo he cumplido, ahora me toca ser feliz. No me queda mucho tiempo”. Y olvidándonos de todo esto, el autor de "La ciudad y los perros" ha aportado bastante a la cultura peruana, y no solo con literatura, sino también con ensayos que ponen en perspectiva muchas cosas que suceden en nuestra sociedad.
Ese es el caso de “La civilización del espectáculo”. En este ensayo, Vargas Llosa nos cuenta acerca de un fenómeno que tiene una evidente presencia en nuestra sociedad; un argumento con el cual estoy de acuerdo al 100 %. El autor peruano elabora acerca de la banalización de la cultura; de cómo esta nueva era de información, publicidad y consumo masivo ha llevado a que actividades culturales, que antes funcionaban para nutrir la mente, ahora sirvan para llenar el tiempo y distraer a las personas de la realidad. Tal como señala en su ensayo, la frivolidad ahora predomina sobre los discursos de medios culturales, como el cine y el periodismo. Tal es el caso que este fenómeno de anti-intelectualidad ha trascendido a otras áreas, cómo la política. Antes, el político se asociaba con filósofos y científicos, y así le demostraba al mundo que estaba al tanto de los temas de coyuntura. Ahora, en cambio, ¿qué hace un político para aumentar su popularidad? Se toma un selfie con celebridades.
*Esto fue lo que la candidata mas favorable a la presidencia de EEUU , Hillary Clinton,
tuiteo el día del primer debate de los candidatos republicanos (el partido de oposición)
Y esto va más allá de tomarse fotos. Hasta la manera en que se realizan las campañas políticas, refleja cómo las banalidades han invadido las prioridades de las personas. Hoy en día, en la mayoría de los casos, las ideas de un político pesan menos que su billetera, y menos que la cantidad de cobertura que recibe. Algunos dirán, ¿pero, mientras mejores ideas, más cobertura, no? No. El nivel de frivolidad al que ha llegado la cultura, ha hecho que la “buena televisión” sea sinónimo de morbo. Y morbo no solo es la explotación de imágenes gráficamente violentas que hacen del crimen un espectáculo. Morbo es cualquier tipo de contenido que apela a las emociones mediante lo provocativo, lo escandaloso y lo moralmente ambiguo. Ese siendo el caso, para que un político reciba cobertura, tiene que apelar a esos sentimientos. Hay excepciones en las cuales un político no tiene que ser participe de este juego, pero solo si la cobertura viene de canales con un código de ética. Pero aun existen muchos medios que priorizan el rating y que han institucionalizado el morbo como la herramienta para conseguir dicha audiencia. Esto lleva a que las personas encargadas de tomar decisiones, reduzcan su discurso a los requisitos sensacionalistas para recibir cobertura.
No requiere mucho esfuerzo encontrar ese fenómeno en nuestro contexto. Basta con prender el canal del congreso y ver a dos congresistas de partidos enemigos discutir sin argumentos. En vez de debatir, uno sugiere que el otro partido está lleno de ratas, y dicho partido responde haciendo ruido con carpetazos. El nivel de anti-intelectualismo al que han llegado las discusiones políticas también se debe a esta normalización de lo simplista y frívolo. Si ese no fuese el caso, insultar a un opositor o hacer un comentario aberrante no sería la estrategia más efectiva para que El Comercio cubra a un político. Peor aun cuando se acercan las elecciones. En vez de proponer ideas, para salir publicado en un periódico o en Facebook, PPK tiene que sugerir que Keiko también tiene doble pasaporte. ¿Por qué? Porque llama la atención. Porque en esta nueva cultura trivializada, más fácil es que el electorado forme una opinión en base a quien acusó a quien, que en base a un análisis crítico de las propuestas de cada político. Este fenómeno ha llegado a tales niveles, que en algunos casos no basta con atacar, hay candidatos que prefieren hacerse los ridículos y reforzar la idea de que la política también es un espectáculo.
*Candidato a la presidencia, del Partido Nacionalista (con 3,5% de votos a su favor)
Los responsables de incitar que esto sea la norma, no son sólo los políticos. Como señala Mario Vargas Llosa en su ensayo: “las noticias pasan a ser importantes o secundarias sobre todo, y a veces exclusivamente, no tanto por su significación económica, política, cultural y social como por su carácter novedoso, sorprendente, insólito, escandaloso y espectacular”. Está claro que el escritor tiene la razón, tan solo prendiendo nuestro televisor podemos comprobarlo. Es cierto que aun existen programas que hacen el esfuerzo por ser objetivos, pero igual, hasta el noticiero común y corriente le dedica un extenso segmento a la farándula. O hasta la manera en que reportan una noticia. Cuando sucede un asesinato o violación, muchos le dan más énfasis al sufrimiento de las personas y a los dilemas personales, que al propio crimen. Se supone que estos tienen el trabajo de informar objetivamente y a través de hechos concretos, pero muchos (no todos), también se dejan llevar por ideología o intereses políticos, o financieros, al emitir un reportaje. Así es como se crean las famosas cortinas de humo. Y no lo hacen sólo por que juegan a favor del medio que emite la noticia, pero porque apela al morbo al cual esta acostumbrado la audiencia.
Esto nos regresa al argumento de párrafos anteriores: los medios apelan a las emociones a través del morbo. Al enfocarse en lo sensacionalista o lo visualmente atractivo, normalizan este contenido y la falta del pensamiento critico, en el consumo de información en nuestra cultura. Y va mas allá de enfocarse en historias violentas y escándalos, lo que hace que el periodismo sea un espectáculo. También se refleja en el lenguaje que los medios utilizan. Hay poco espacio para argumentar, todo es inmediato y simplista. Por eso es que hay algunas figuras mediáticas que para expresar una idea dicen cosas incoherentes, gritan, insultan a otras personas, ridiculizan, y en general basan su discurso en una respuesta emocional a una noticia, dejando que opaque su razón. Un ejemplo es el popular periodista Augusto Thorndike. Tras la derrota ante Chile en la Copa América, procedió a hacer comentarios xenófobos acerca de la selección y el pueblo de ese país. Todo por el resultado de un juego que no tiene ningún efecto sobre nuestro bienestar o existencia. Lo mismo cuando tuvo su pataleta ante la campaña “chapa tu choro y déjalo paralítico”. Se dejó llevar por sus emociones e incitó: “chapa tu juez y déjalo paralítico”.
El efecto que esto tiene sobre nosotros, va más allá de que surjan críticas como las mías que tildan a todo discurso no argumentado, de anti-intelectual o cojudo. La normalización de lo trivial, repercute en la manera en que una sociedad piensa colectivamente. Si ese no fuese el caso, ¿por qué basta con polos y panetones para que un candidato convenza a todo un pueblo para que voten por él? O, ¿por qué basta con que alguien diga algo que emocionalmente simpatiza con muchos, para que dichas palabras sean sujetas al alabo, pese a si ese comentario es ignorante o incoherente? Como señala MVLL: “…divertirse, no aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa y angustia, pasó a ser, para sectores sociales cada vez más amplios, de la cúspide a la base de la pirámide social, un mandato generacional, eso que Ortega y Gasset llamaba ‘el espíritu de nuestro tiempo’“. Esto alude a la dirección que han tomado los discursos sociales. Hoy en dia, el anti-intelectualismo predomina sobre la opinión popular; es el resultado de esta nueva cultura que busca la simplificación del razonamiento, a cambio de los sentimientos y las sensaciones (por ende sensacionalismo).
Y cuando se habla de “anti-intelectualismo”, no significa no hablar como un doctor en filosofía de la San Marcos; significa basar la ideología, el discurso y la toma de decisiones en pensamientos impulsivos, emociones, prejuicios y en general una falta de criterio, argumentos, ética o razonamiento. Es por eso que cuando una "comunicadora social" sale a decir "¡chapa tu choro y linchalo!", una gran parte de la población responde de manera positiva. O peor aun, en el caso más extremo de todos, cuando un misógino, racista, ignorante como Donald Trump se lanza a la presidencia, trepa a la cima de las encuestas por decir: "Yo soy el mejor", "Obama es un luser", "Mis opositores son estúpidos", y otros comentarios que también apelan al racismo y xenofobia de un sector de la población estadounidense. Estos casos son el claro ejemplo de que en esta sociedad superficial, basta con decir algo simplista y emocional, sin argumentos, para que tus palabras tengan acogida. Porque, al usar la razón, queda claro que medidas de justicia popular no resuelven la delincuencia, o que decir "I'm the best" no te hace un candidato apto para la presidencia.
*La cita con la cual el candidato cerro su discurso. el día que se lanzo a la presidencia
Todo lo anterior es un producto de la banalización de la cultura; de vivir en una época en la cual el conformismo es la norma; en la que pensar a profundidad o analizar es "cargoso" para el cerebro. Como señala Vargas Llosa en su ensayo, esto va más allá del lenguaje de nuestros políticos y medios de comunicación. Este fenómeno, en parte, se debe al poder que ha adquirido la publicidad con el pasar de los años. Ya no es como antes que se vendían productos, ahora se venden sentimientos, estilos de vida e ideologías. La publicidad hace esto a través de sensaciones y no a través de argumentos. Además, la mayoría de productos se crean con el fin de que lleguen a una audiencia masiva. Esto ha suscitado la masificación de los discursos publicitarios y sus valores, que como he mencionado, apelan al lado emocional de las personas. Esto ha introducido los criterios consumistas y materialistas, el consumo de cualquier tipo de información, y es por eso que el mismo lenguaje publicitario ha transcendido al periodismo, la política y el cine.
El tercero de esos es el mejor ejemplo de cómo la publicidad ha invadido los medios culturales. Es cierto que aún existen películas que se realizan con el fin de entretener mientras le dan al espectador un cierto goce intelectual, pero por otro lado, Hollywood hace todo lo opuesto. La mayoría de sus films son productos visualmente sobrecargados, llenos de efectos especiales y una cantidad infinita de product placement. El efecto que esto ha tenido es que el cine, para muchos, ha dejado de ser un medio cultural; las películas se han convertido en una herramienta de distracción. El mismo hecho de que contengan publicidad y estén audiovisualmente diseñadas para dejar al espectador atontado, apela al criterio sensacionalista y espectacular de la sociedad actual.
Sucede lo mismo con la televisión. Se le da prioridad a lo que no requiere el uso del pensamiento crítico, pero que sí despierta respuestas sensoriales o emocionales. Nuestros canales son el claro ejemplo. Los programas más vistos son Esto Es Guerra y Combate. Los cuerpos musculosos y tonificados cumplen el rol visual, mientras que los escándalos, el rol emocional. Lo mismo va para los "talk-shows". Tienen tanta acogida por el hecho de que distraen de la realidad, hacen de la vida cotidiana un espectáculo, apelando al morbo de las personas. Lo que muchos no toman en cuenta, es que al promover estos valores, los están normalizando y alimentan el círculo vicioso que es la trivialización de nuestra cultura.
*Advertencia: escuchar a estros tres hablar puede causar un derrame cerebral
Esta nueva cultura intelectualmente minimizada también ha afectado la manera en que muchos de nosotros vivimos nuestro día a día. Le damos tanta importancia a partidos de fútbol o a nuestros planes del fin de semana, que nos olvidamos de las cosas que realmente importan. Y no digo que a todos nos tiene que interesar la política o los temas de actualidad. Pero, nuestra susceptibilidad ante los discursos publicitarios y el conformismo ante la banalización de la cotidianidad nos han cegado y nos impiden ver las cosas objetivamente o a profundidad. Nos dejamos llevar por lo atractivo y lo que "llama la atención", que nos dejamos engañar o distraer por las personas que no quieren la ruptura del statu quo. Vivimos de una manera automatizada sin tomar en cuenta cómo es que los cambios a nuestro alrededor influyen sobre nuestra vida. Algunos dicen que mientras no te afecta, no hay porque darle importancia. Pero todo de lo que nos quejamos a diario (delincuencia, trafico excesivo, burocracia, informalidad, ineficiencia por parte de las autoridades) es producto de nuestra indiferencia ante lo que sucede en nuestro entorno. Como dice MVLL en su ensayo: "Cuando una cultura ha relegado al desván de las cosas pasadas de moda el ejercicio de pensar y sustituido las ideas por las imágenes, los productos literarios y artísticos pasan a ser promovidos, y aceptados o rechazados, por las técnicas publicitarias y los reflejos condicionados en un público que carece de defensas intelectuales y sensibles para detectar los contrabandos y las extorsiones de que es víctima".
¿Qué significa esto? Que por satisfacer nuestras sensaciones y emociones, nos dejamos manipular; que hemos convertido al pensamiento crítico en un tabú social porque se nos hace más satisfactorio seguir la línea que se nos ha trazado. Esto ha suscitado que las opiniones de intelectuales cómo sociólogos, filósofos, antropólogos, politólogos y científicos queden en segundo plano, por debajo de las opiniones de personas que nuestros medios idealizan, es decir, las celebridades. Esto no tiene nada de malo, si dicha celebridad está contribuyendo a un discurso con un argumento razonable, pero el problema está en que hemos priorizado a quienes forman parte de la imagen idealizada que tenemos del espectáculo. Un claro ejemplo de esto es la campaña realizada hace algunos meses, por el colectivo Déjala Decidir. ¿Por qué, para que el pueblo peruano entienda que la violación es un gran problema social y que las mujeres tienen el derecho a decidir, el mensaje tiene que salir de las bocas de Mario Hart, Mario Irrivaren y Millet Figueroa? ¿Acaso no basta con ver la realidad de nuestro país para llegar a dicha conclusión? No dudo de que esas tres "celebridades" sean buenas personas, pero, ¿de qué manera han contribuido a la sociedad para que su opinión tenga mayor relevancia cultural que la de los demás? Peor aun, cuando miles de mujeres constantemente protestando a favor de la despenalización del aborto y nadie les hace caso.
Este fenómeno de la banalización de la cultura es algo que quizás cambie con el pasar de los años. Pero el cambio solo se dará si empezamos a darle prioridad a las ideas por sobre las imágenes. Por ahora, la solución está en no ceder ante los discursos sensacionalistas que los medios quieren que consumamos. Aunque a veces, por la institucionalización de este fenómeno en nuestra cultura, el sensacionalismo parece necesario e inevitable. Tanto así que para empezar este artículo y captar su atención, tuve que hacer comentarios irrelevantes acerca de la vida personal del autor del ensayo en discusión.
La justicia popular, el rol de la policía y el deber del ciudadano – por Rob Thomas
Durante este último par de semanas, un movimiento populista se ha estado manifestando en las redes sociales y en las calles de Lima. Personas de todos los distritos y estratos se han organizado, viralmente, para protestar por una misma causa. Desde al que le irrumpen la vivienda, al que le meten la mano al bolsillo o al que le sacan un fierro; del que pierde el producto de su esfuerzo, al que pierde un bien material más. Como sabrán, estoy hablando de la delincuencia (un poco obvio por el título ¿no?). Y como también sabrán, me estoy refiriendo a esta nueva campaña humanitaria, llamada: “¡Chapa tu choro y déjalo paralítico!” – el eslogan perfecto para los que desean empezar una ONG. Muchos líderes de opinión han estado aportando sus distintas soluciones a este problema. El Ministro del Interior José Luis Pérez Guadalupe; el periodista Augusto Thorndike; el presidente Ollanta Humala y otras figuras públicas que también participan en los medios de comunicación. Pero, la que se lleva el premio a la BESTIA del año, es la “comunicadora social” (¡que se considere tal, es un insulto a todo los comunicadores!) Cecilia García.
Ella, orgullosamente, promueve esta campaña y, no incita a dejar a los choros paralíticos, pero sí a lincharlos. Según ella, el mensaje de su campaña es meramente simbólico. Lo que ella promueve es el castigo moral de los ladrones. Sin embargo, lo que no toma en cuenta, es que su irresponsable discurso, manda un mensaje que tiene un efecto peligroso en el sector de la población que vive la delincuencia de primera mano. Los pobladores que están siguiendo esta campaña se lo están tomando literalmente, porque sienten que por fin se les ha dado la respuesta a un problema al que no le encontraban solución. ¿Qué pasó, Cecilia? ¿No aprendiste en la universidad que “el medio es el mensaje”?. Este pasado 2 de septiembre, la joven, también periodista, confesó tener aspiraciones políticas para el partido fujimorista (¡AHORA TODO TIENE SENTIDO!). Veamos cómo es que se inició esta movida y porqué no es la solución a nuestros problemas:
Si contamos a los cientos de miles que han dado a conocer su punto de vista por los eventos y páginas en Facebook, a los que les ha llegado hacer clic en “asistir” o “like”, a los que piensan así pero no se pasan todo el día presionando “cargar página de nuevo”, y los que ya están ejerciendo estas medidas de acción popular, tenemos una gran cantidad de personas que comparten el mismo sentimiento. El pueblo quiere un cambio, y en realidad, un cambio es lo que necesitamos. Pero, hay algunos que no vemos manifestaciones como estas como la solución al problema. Sí, algunos dicen que es porque somos unos “hippies”, o “caviares”, o que incluso “apoyamos” la delincuencia.
En mi opinión, (a pesar de quizás algunos sí seamos hippies o caviares) creo que esas no son las razones. Creo que si pensamos que dejar a los delincuentes paralíticos, o incluso lincharlos, es algo que no va a arreglar nuestros problemas, es porque tenemos los pies sobre la tierra; y porque tampoco vivimos en ese mundo que idealiza la violencia y la revolución. Porque sí, existe esta idea romántica/idealista en la sociedad, de que la revolución social, siempre es una causa digna, porque expresa los deseos de un grupo de gente ante un sistema opresor. Y en la mayoría de los casos, sí es así. Son dignas porque obligan al pueblo a hacerse escuchar y es una clara muestra del poder de la democracia. Pero, de igual manera, en otros casos es completamente lo opuesto. Ejemplos (esta es fácil): el Ku Klux Klan, los nazis, Sendero Luminoso, etc… ¿ven a lo que voy?
Antes de que empiecen a tirarme tomates, dense cuenta de que las organizaciones que mencioné, a pesar de ser similares por su carácter extremista e ideológico, también se parecen en que se manifestaron a través de la violencia. Es cierto que no es lo mismo luchar por una causa ideológica, que por una civil. Es cierto que hay un rollo psicológico profundo con esas organizaciones terroristas; mientras que un movimiento populista que simplemente está luchando por su seguridad es producto de la indignación, impotencia y frustración del pueblo. Pero… ¿cómo creen que empezaron esos grupos? Antes de ser la amenaza social que llegaron a ser, no eran más que un pequeño grupo de personas luchando por una misma causa.
Todo el mundo tiene el derecho a expresar su punto de vista, eso no está fuera de discusión. Más aun, en nuestro caso, porque esta situación no se trata de luchar por una idea, se trata de luchar por un derecho. La gente está cansada de tener que caminar mirando por encima de su hombro. Así que nadie puede decirnos que no tenemos porqué protestar. Las opiniones varían en lo que respecta a la forma en que luchamos por este derecho. No hay duda de que ir en contra de un grupo de personas por un desacuerdo de carácter ideológico, racial o religioso no tiene la misma justificación, ni el llamado a la acción, que luchar en contra de quien te está oprimiendo o atacando (como es luchar contra los delincuentes). Pero aun así… ¿por qué la violencia tiene que ser nuestra primera medida de acción? ¿No creen que llegara el día en que la justicia popular cobre vidas inocentes? (spoiler alert:… ya llegó)
Hay cientos de casos más de justicia popular anualmente. Promover esta campaña es alimentar un sentimiento peligroso que ya existe dentro de un sector de nuestra población. Tan solo este domingo 6 de septiembre se mostró en “Cuarto Poder" una serie de clips de diferentes enfrentamientos en lugares como Los Olivos y Huachipa. Lo que empezaba como el “castigo” a un delincuente, terminaba como una guerra civil entre pobladores, policías y ladrones; en el que todos los ciudadanos lanzaban piedras y destruían toda la propiedad a su alrededor. ¿Es eso una solución sensata? En enfrentamientos de esa naturaleza ¿no son los pobladores quienes están portándose como criminales? Ese comportamiento no es más que un llamado a que haya más caos y malestar social. Es obvio que esto se debe a que se siente una falta de cooperación por parte de la policía, pero eso tampoco es razón para que la justicia sea administrada por el pueblo; menos, cuando no se trata de justicia propiamente dicha y, se trata de más violencia y crimen del que ya existe. Algunos podrán decir que el lenguaje de estas campañas es solo para hacer que los delincuentes tengan miedo. Pero acaso no creen que, si hay personas que realmente ven la tortura o el homicidio como la única respuesta, ¿este discurso es un llamado a que tomen medidas extremas? Si piensan que estoy exagerando, vean por ustedes mismos:
*¿Es esto lo que hace una sociedad civilizada?
¿En donde estamos? ¡¿Arabia Saudita?!
Es la ideología de "LA MANO DURA" lo que nos ha llevado a esto. No veo cómo seguir aplicándola va a resolver nuestros problemas. Pero bueno, entrando al siguiente tema, muchos se deben estar preguntando en este momento: "Entonces, ¿cuál es la solución? ¿Si no debemos intervenir nosotros, debe haber más intervención policial?"– Si ese es el caso, SIGUE LEYENDO ESTE ARTÍCULO. Si eres de los sí que piensan que la intervención militar, o más intervención policial (de carácter agresivo) es la solución, entonces eres un facho de mierda (sorry, not sorry). Antes de empezar a brindar mi punto de vista respecto a cuáles me parecen que son las soluciones razonables, abordaré el tema de la intervención, ya que parece ser la tercera opinión (después de la justicia popular y mi discurso hippie), que hay respecto a como lidiar con la delincuencia. Incluso el tío Toledo ha aportado en esta conversación, sugiriendo que para acabar con el crimen debemos entrar en un “estado de emergencia” por 6 meses a 1 año y dejar que los militares rodeen nuestras calles. Un poco extremo ¿no? Pero bueno, creo que todos podemos deducir que su discurso se debe a que “El Cholo” está un poco quemado de tanta pichanga.
Hay ciudadanos que comparten esta idea. Incluso, existen algunos que dicen: “bueno fuese que en el Perú la policía fuera como en USA” (si piensas así, te sugiero que vayas al psiquiatra, por el bien de todos). Pero no, no sería bueno que sea así en nuestro país. Contrario a lo que algunos creen, el rol de la policía es servir y proteger A TODOS LOS CIUDADANOS. De hecho que cuando se requiere el uso de la fuerza, se requiere pues. Si se tiene que sacar mierda ¡que se saque! Y si se tiene que matar a alguien en defensa propia ¡que pase! Pero la violencia (mucho menos disparar) no debería ser la primera respuesta a un conflicto social. Ese ha sido el problema que ha tenido nuestro vecino del norte. Por más eficaz que parezca el método, eso puede llevarnos a una sociedad en la cual se discrimina y se atenta contra tus libertades; algo que también ya sucede en nuestro país. Si observamos la reacción de la policía nacional ante problemas de minería en provincia y en distintas protestas sociales en Lima, podremos ver que el uso excesivo de la fuerza ya existe. ¿Realmente, estaríamos dispuestos, o deberíamos, darle más poder a la policía? No lo creo. Al contrario, deberíamos estar agradecidos de que la cultura policial en el Perú es distinta, y en cierto sentido, estar agradecidos de que parte del problema de la delincuencia surge de la ineficiencia de nuestras autoridades (antes de putearme por Facebook ¡sigan leyendo, por fa!).
*Este señor es candidato a la presidencia.... JAJAJAJAJAJAJAJA
¿Por qué digo eso? Porque nuestra situación significa que, a diferencia de lo que está sucediendo en EE. UU., para cambiar cómo funcionan las cosas, nosotros tenemos el poder sobre la policía. Aquí en el Perú, ellos podrán ser unos desgraciados, delincuentes, coimeros, inmorales, abusivos, corruptos, etc., pero a diferencia de EE. UU., ellos no gozan de la misma clase de inmunidad legal, ni se les permite ejercer la ley como les dé la gana (los que sí gozan de eso son los miembros del ejército peruano). Aquí, la policía no tiene, y nunca ha tenido, esa relación con el estado; y es por esa misma relación distante que han llegado a ser tan ineficientes y corruptos. ¿Cuántos policías, verdaderamente, lo son por vocación? ¿Acaso no creen, que con el entrenamiento adecuado, beneficios y un buen salario, los policías trabajarían de otra manera? Llámenme optimista, pero yo creo que sí. Yo creo que tendríamos una cultura policial dedicada a servir y proteger a TODA la población.
Ese siendo el caso, somos nosotros, los ciudadanos, quienes ejercemos el poder al cambio. Pero esto tampoco significa que el lugar del ciudadano es intervenir físicamente. Y mucho menos con medidas extremas. Nuestro deber es cambiar cómo funcionan las cosas, para que así la policía pueda cumplir su función eficientemente. Las medidas extremas implican violencia en contra de la humanidad. Si hacemos eso, ¿cómo podemos protestar por nuestros derechos, si somos parte del mismo grupo de gente que causa daño a los demás? Si empezamos a linchar a delincuentes ¿dónde quedaría el rol de la ley en nuestra sociedad? Actuar de tal manera no es más que un llamado para que la policía tome medidas drásticas; ellos no se van a quedar con los brazos cruzados y decir: “sí, maten nomás”.
Por mas “noble” que les parezca la causa a algunos, el tipo de justicia popular que se incita en estas campañas va en contra de la ley. Si el ciudadano común comete los mismos actos que los delincuentes, ¿cómo pretendemos que la policía no haga nada? ¡Si es su deber hacer algo cuando estos actos suceden! Quieran admitirlo o no, TODOS somos iguales ante los ojos de la ley, y resolver el asunto con nuestras propias manos, es derivar el poder hacia una entidad mucho más corruptible y agresiva: la policía. Y pase lo que pase, en cualquier situación, el poder debe estar en las manos del pueblo (y en este caso no, literalmente, por que la única manera de mantener nuestro poder es usando el cerebro, no los puños).
Ahorita, seguro muchos de ustedes se estarán diciendo: “¡Pero por eso estamos en estas! ¡La ley no hace ni mierda! ¡Me estás diciendo que confíe en el sistema, pero si ellos son los que no hacen ni pincho!”. Pero habiendo dicho eso ¿no se dan cuenta? Si es la ley la que no hace nada ¡entonces debemos cambiar la ley! Si ellos son la causa del problema, ¿por qué vamos detrás de los que son la consecuencia? (¡Y sí!, los delincuentes son la consecuencia). Y cuando hablo de la ley, no hablo de la policía. Yo me refiero al estado; al sistema judicial. Las movidas sociales exitosas, que han dejado menos cuerpos, son las que pacíficamente, han ido en contra del sistema y no en contra de otros individuos.
Es ahí donde tenemos que cambiar nuestro discurso de cómo lidiar con la delincuencia. Porque en una sociedad las dos entidades mas grandes son: el estado y el pueblo; y cuando el primero falla, el segundo se ve afectado. La policía no es más que una rama del estado, que se encuentra por debajo del poder judicial. Y si la primera de estas, falla, es porque la segunda tampoco está funcionando adecuadamente. Es por eso que esta campaña que se está tratando de difundir no está atacando el problema por el lado correcto. A lo que se está incitando es a una guerra civil, en la cual se enfrentan ciudadanos, que se encuentran en esta situación, por la culpa del mismo sistema que ha sido negligente e ineficaz. Esta pelea no es en contra de los policías, NI de los delincuentes; es en contra de los fiscales, los jueces y políticos.
Tal como nos señala el Ministro del Interior – ¿Cuál es el mensaje, que le están dando nuestras autoridades judiciales…a la población…? – Según él, la fuerza policial ha capturado 71 mil delincuentes en el último año. Los que están dejando a los delincuentes salir, otra vez a las calles, son los fiscales y jueces. Debido a la reputación que tiene nuestra fuerza policial, uno podría tener dudas respecto a la veracidad de aquella estadística. Pero el lunes 31 de agosto, una jueza nos mostró porqué es que debemos confiar en las palabras de nuestro ministro:
“La Corte Superior de Lima separó de su cargo a la jueza Haydee Vergara, del 54 Juzgado Penal, quien ordenó la liberación de 52 de los 56 vándalos que usurparon y saquearon el último viernes una casa en Lince, donde soldaron las puertas del predio, se atrincheraron dentro, destruyeron todo a su paso y se apoderaron de las joyas, equipos y electrodomésticos de la familia de Efrén Domínguez, dueño del inmueble.” – LaMula
Para los que no están al tanto, dicho crimen sucedió el pasado 28 de agosto. Tal como podemos leer en la cita, el lunes, la jueza, por alguna razón, liberó a todos, menos a 4 de los delincuentes involucrados en ese saqueo. Sea cual sea la razón ¡no me importa! ¡¿Cómo es que una jueza libera a CINCUENTA Y DOS CRIMINALES DETENIDOS EN FLAGRANCIA POR LA POLICÍA?! Si esto ha pasado aquí no más en Lince ¿qué clase de faltas judiciales se deben estar dando en distritos más alejados, con menos cobertura mediática? O peor aún, ¿en las provincias? Con evidencia como esta, está claro quién está en falta. ¡Y se pone peor, señores! Como una segunda cachetada al pueblo peruano, debido a que la señora sigue “bajo investigación”, la magistrada Haydee Vergara: “ha retomado sus funciones como titular del segundo juzgado de paz letrado de Lince y San Isidro”. (son noticias como estas que demuestran que ¡¡¡LA CORRUPCIÓN ES LA CAUSA DE TODOS NUESTROS PROBLEMAS!!!)
Incluso, obviando este suceso reciente, pensemos en las demás veces que hemos visto alguna noticia de un criminal que recibe una condena demasiado severa para su crimen, o simplemente sale libre. Yendo más allá, pensemos en todos los empresarios y políticos que roban millones de soles, que se les encuentra culpables, pero siguen libres o incluso siguen en sus puestos de trabajo. ¿Acaso esos no son choros? Que no hablen ashi pe y que no sean tu cliché de alguien que escucha reggaetón, no significa que son menos delincuentes que el que te bolsiquea en el micro (Y de lo que muchos no se dan cuenta, es que ¡ESOS SON LOS VERDADEROS CRIMINALES!)
Antes de continuar, quiero dejar algo en claro. No estoy simpatizando con la policía. De hecho, no estoy de acuerdo con una enésima cantidad de cosas respecto a cómo funcionan en nuestro país. Creo que ese es un sentimiento que todos compartimos. Pero estos son los hechos; y en una época en la cual los medios tuercen información para cumplir agendas políticas, deberíamos guiarnos por la evidencia concreta. Y viéndola, en esta situación, si es que tenemos que tirar dedo, OBVIAMENTE tirémosle al sistema judicial. Por más que la declaración del ministro Pérez Guadalupe parezca una manera de echarse grasa, los hechos señalan a que la policía es la única entidad tomando medidas para combatir este problema de la delincuencia.
Pero, volviéndonos a enfocar en la policía, hay otras medidas que también está tomando la PNP para capacitar a nuestros oficiales. Hablo de la nueva norma que mantendrá a los tombos en un estado físico saludable y capaz para la persecución de criminales y de la nueva ley que pondrá a policías ebrios y coimeros inmediatamente en el retiro. En cuanto a si podemos confiar a que ellos sigan esas reglas, eso es otra historia para otro artículo (y créanme que eso no será pronto ¡ya me cansé de hablar tanto de los tombos!). Pero, obviando la inevitable corrupción que se da en nuestras instituciones públicas, tomemos nota de que por lo menos ya existe una voluntad, por parte de este sector del sistema, para mejorar las cosas.
Incluso el inepto del presidente, Ollanta Heredia, ha dicho que para su último año fiscal invertirá 2 mil millones de soles en la policía, para mejorar su tecnología e inteligencia. Cualquiera que entiende la esencia del problema de la delincuencia -(falta de educación, falta de cultura, falta de oportunidades laborales y en general, una desfavorable situación socioeconómica causada por años de un sistema neoliberal que dirige todos sus esfuerzos al sector privado y centraliza la economía; pero esperen… ya llegaré a eso, ¡sean pacientes conmigo!)-, sabe que tirarle más plata a la policía, no es la solución más adecuada para este problema. Es más, es algo de lo que mencionaba antes: darle más poder a la policía, tampoco es la respuesta, ya que puede crear un ambiente de (más) abuso y (más) corrupción moral. (Por eso es que tienen que terminar de leer este artículo y estar informados, para así poder hacer que nuestra voz se escuche ¡carajo!). Pero bueno, con algo se empieza ¿no? Como decimos en el Perú: ¡a nada!
Entonces… viendo que los policías no son quienes están (completamente) en falta en esta situación de la delincuencia, ¿qué podemos hacer nosotros para que el poder judicial contribuya a la sociedad? Lo que siempre hemos hecho cuando algo nos ha enfurecido: ¡MARCHAR! En el último año se han dado marchas por varias causas (marihuana, aborto, unión civil, minería, televisión basura, etc.). Todas han sido pacificas y pese a la intervención abusiva de la policía, los manifestantes han sabido mantener su compostura y no cometer crímenes en respuesta. No he visto a nadie agredir a fundamentalistas cristianos, cuando estos han protestado en contra de las causas en que muchos creemos ¿por qué ahora debería ser distinto? Es cierto que los delincuentes hacen daño físico y atentan contra la seguridad, pero ¿por qué deberíamos rebajarnos a su nivel? Cuando la experiencia nos muestra que ganamos mucho más usando el poder de la palabra (¿acaso no ganamos la lucha contra la ley pulpín? Ese es un claro ejemplo). Y aunque no lo crean, esto ya se esta dando lugar por las redes sociales. El grupo "bestias al volante", ha convocado una marcha frente al palacio de justicia, para este miércoles 09 de septiembre. Si estas convencido de que esta es la causa por la cual luchar, te recomiendo que vayas y hagas que tu voz se escuche. A continuación, Augusto Thorndike nos deja las cosas en claro:
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Tal como nos señala el excéntrico periodista, nuestro lugar en este conflicto es al frente del Palacio de Justicia. Tampoco podemos ser tan nihilistas como para pensar que por las huevas es, o que todo el sistema está corrupto. Tenemos que tener esperanza y creer en nuestros ideales; al igual que creer en que aún existe un grupo de buenas personas que no se han olvidado de los suyos. Si queremos un cambio, tenemos que ir a la raíz del problema. No tenemos que pedir, tenemos que EXIGIR que la ley se haga respetar. Tenemos que demandar que los fiscales y jueces corruptos sean destituidos de sus cargos y que no se les permita JAMÁS volver a la praxis. Solo así, realmente, contribuiremos a un cambio a largo plazo. Incitar a que haya más violencia es solo echarle más gasolina al incendio.
Yo sé, que lo que la gente quiere, sí es un cambio, pero el problema con mi propuesta es que no es un cambio inmediato ¿no? Eso tampoco significa que es una causa perdida. La realidad es que los cambios más efectivos que se dan en una sociedad, son aquellos que se trabajan para el mediano y largo plazo. Luchando contra la corrupción, implementando nuevas leyes y dirigiendo fondos del estado hacia el sector público (¡y no el privado, porque el “mercado” no va a resolver nuestros males sociales!), son las medidas que nuestro gobierno debe tomar (siguiendo el ejemplo de muchos gobiernos exitosos que han hecho lo mismo). Pero es obvio también, que algo se debe hacer para luchar contra la delincuencia a corto plazo.
Por más fuera de lugar que esté la campaña “Chapa tu choro y déjalo paralítico”, tampoco podemos demonizar a la gente que vive la delincuencia de primera mano y cree en estas medidas (a la que sí debemos demonizar es a Cecilia García, la dizque comunicadora que está promoviendo esta causa sin tomar en cuenta las repercusiones sociales y, aparentemente, por fines políticos). El sentido de indignación, frustración e impotencia es lo que ha llevado a que surja este sentimiento populista de agredir a delincuentes; no una maldad que nace de su alma. Pero aun así, no podemos dejarnos llevar por los sentimientos y promover acciones como estas; cuando el problema es mucho más complejo de lo que algunos piensan. Por algo los seres humanos tenemos la capacidad de razonar: para tomar las decisiones correctas cuando nuestras emociones nos ciegan con ignorancia.
Entonces… ¡ahora sí! la pregunta del millón ¿Qué se puede hacer para luchar contra la delincuencia, sin tener que convertir a nuestras fuerzas policiales en sádicos autócratas, sin tener que esperar a que se limpie el sistema y sin tener que convertirnos en yihadistas del Estado Islámico? Aquí la solución:
Exacto. Si las comunidades pueden organizarse para torturar a delincuentes, ¿por qué no pueden organizarse para detenerlos y entregarlos a la policía? Si no fuese así de simple como señala Olenka Ochoa, ¿entonces porqué existe algo llamado “arresto ciudadano”? Para los que no saben que es esto, el arresto ciudadano es la ley 29372 de los artículos 259 y 260 del Código Penal. Esta nos dice que toda persona puede proceder al arresto en estado de flagrancia, con la obligación de entregar el detenido a la policía, lo más pronto posible. Ciertamente, realizar este tipo de arresto no es tan fácil como suena. Tampoco es la medida de acción más recomendable para cualquier situación. Siempre existe el riesgo de que el delincuente esté armado y te pueda causar daño (¡peor aun cuando la justicia popular entra en acción, ya que esto podrá llevar a que los delincuentes tomen venganza o empiecen a portar armas letales!). Pero si lo necesario para luchar contra la delincuencia es la intervención ciudadana, entonces el arresto ciudadano es el método correcto y más efectivo. Todo es cuestión de que las comunidades se organicen, establezcan horarios, puestos y lugares estratégicos para vigilar e interceptar a delincuentes. Con tal de que cuenten con la tecnología adecuada para defenderse (¡y no hablo de armas blancas!) y, una buena logística, se pueden crear sistemas eficientes de vigilancia ciudadana.
Más aun, si trabajan en conjunto con sus autoridades locales (la municipalidad, serenazgos y policías). De esa manera, podrán atrapar a delincuentes con mayor frecuencia y establecer un vínculo con las autoridades municipales; algo que a pesar de que algunos piensan que es bullshit sociológico, es sumamente importante para tratar el problema de la seguridad ciudadana. Tiene que existir una relación bidireccional entre la policía y el pueblo, solo así puede existir una comunidad basada en la ayuda, la fraternidad y la cooperación. Si las autoridades están más involucradas en temas sociales y tienen una mayor cercanía con los ciudadanos, estarán más pendientes de las cosas que suceden en las comunidades con las cuales tienen proximidad. El día en que la policía sea nuestro aliado y no alguien a quien vemos como otro opresor más, podremos progresar hacia un Perú más seguro. Y para los que en este momento, quizás estén pensando: “qué idealista este huevón”, déjenme decirles algo, esto de lo que hablo, no es ninguna fantasía, es una realidad, y ya se está dando en nuestra ciudad:
¡UN APLAUSO PARA ESA COMUNIDAD! Demostrando que cuando existe la voluntad, las cosas se pueden realizar exitosamente. Y desde entonces ningún choro ha quedado paralitico, cuadripléjico, quemado, acuchillado, fusilado o linchado. El anterior video es una clara prueba de que cuando se quiere ¡SE PUEDE!; sin tener que reducirnos al estado mental de un incivilizado. Esas personas entienden que la violencia es un llamado a más violencia. Saben que pelear contra delincuentes manda el mensaje incorrecto. Reconocen que agredir a choros es algo que puede llevar a los excesos de fuerza, por parte de los pobladores y también los delincuentes. Pese a la difícil situación que les ha tocado vivir, estas personas han logrado buscar una solución a su problema mediante el uso del CRITERIO y la RAZÓN. Esto, señoras y señores, es una verdadera muestra de justicia popular.
Estos últimos párrafos son para ustedes: los cultos inconscientes
Tras una vasta cantidad de párrafos, creo que por fin llegamos a donde queríamos. Hemos establecido que pese a que nuestra fuerza policial es ineficiente, no son ellos, sino el poder judicial quienes nos están fallando en la lucha contra el crimen. Hemos reconocido que la violencia como un medio de respuesta ante una crisis social, solo empeora la situación. Y hemos concluido que para acabar con este problema, debemos proponernos una estrategia a largo y corto plazo, y llevarlas a cabo en conjunto para así empezar el cambio. Pero, analizando las opiniones que se comparten en las redes sociales, he podido observar que muchas personas que promueven las medidas extremas, no son las mismas que aparecen en los videos de justicia popular. Muchos son ciudadanos de clase media como tú y yo, que no parecen estar motivados por el mismo sentido de indignación e impotencia que corre por las venas de quienes viven en los barrios más marginales de nuestro país. Estos que apoyan las medidas violentas de los pobladores de estratos más bajos, parecen ser personas que dejan que sus frustraciones y prejuicios manejen su discurso. Entonces, me parece que existe algo que quizás no le queda claro a todos: ¿Por qué es que debemos tomar medidas pacíficas ante delincuentes? y, ¿Por qué debemos tener un sentido de “respeto” por su humanidad, sin son unas lacras que le hacen daño a la sociedad? Les diré por qué:
Antes que todo, no me malinterpreten. No defiendo a este sujeto, ni justifico ninguna de sus acciones. La delincuencia es un grave problema social, y si no se cumple la ley, los criminales deben asumir las consecuencias legales. También, si uno de estos te asalta, tú tienes todo el derecho a defenderte, y si por alguna razón, la situación termina en una elección entre tu vida o la suya, es obvio que tienes que hacer lo que tienes que hacer. Pero a lo que voy con todo esto es que, si realmente queremos luchar contra la delincuencia para erradicarla, tenemos que entender el problema en todas sus dimensiones. Es por esto principalmente por lo cual campañas tipo “Chapa tu choro y déjalo paralítico” no son la solución; no solo porque conllevan cometer actos criminales, sino también porque esquivan por completo la complejidad del problema.
El discurso ideológico de quienes promueven estas campañas es una “respuesta” simplista e ignorante a la cuestión en mano y, se basa en emociones y cero razonamiento. Es una reacción impulsiva basada en frustraciones, sin el uso absoluto del criterio. Porque claro, para muchos de ustedes, es mucha huevada sentarte a pensar, analizar y reflexionar acerca de la realidad de tu país, ¿no? Más fácil es decir “¡al pincho!” y proponer algo que no es más que el reflejo de tu odio y falta de conciencia social. Porque los que no vivimos en una burbuja y no nos dejamos llevar por un sentido de superioridad socioeconómica, entendemos, que lamentablemente, a pesar de que todos somos iguales, en la sociedad no vivimos como tal.
Para los que consideran que estoy hablando caviaradas, les sacaré algo llamado datos (el peor enemigo de los conservadores). Según el libro “¿Quiénes son los delincuentes en el Perú y porqué?” (Gino Costa y Carlos Romero, 2015), la deserción escolar de presos es de 59 %, mientras que el promedio nacional es 14 %. Con una estadística como esta, ¿Qué se puede deducir? ¡Yo les diré qué…! Es algo tan obvio, que con tal de tener la capacidad de analizar y reflexionar acerca de las cosas que se ven todos los días en este país, ya saben de lo que estoy hablando. Piénsenlo… ¡Exacto! ¡La educación! Seamos honestos, la educación pública en nuestro país… ¡es una cagada! Hay falta de tecnología, infraestructura y en general, una falta de nivel cultural respecto al contenido y metodología de enseñanza (esto incluso pasa en colegios privados; se los digo por experiencia). Esto crea un ambiente en el cual no existe el interés ni la voluntad por aprender. En caso de personas de clase media, las consecuencias quizás sean que la persona se convierta en un pastrulo, vago o en algunos casos: delincuente. ¿Pero qué pasa con alguien que vive en otras condiciones? ¿Qué pasa con alguien que vive en la pobreza? En un ambiente en el cual no hay acceso a una buena educación, seguro de salud, viviendas con infraestructura moderna, oportunidades laborales, un salario decente y actividades culturales. Les dejo a que respondan eso por sí mismos.
Algo a tomar en cuenta, también, son las pésimas condiciones de nuestras cárceles. El propósito de que alguien sea encerrado por sus crímenes, es que aprenda, se rehabilite y salga de la cárcel como un miembro productivo de la sociedad. Este (¡obviamente!) no es el caso. Nuestros penales están sobre poblados e infestados con drogas y enfermedades. ¿Cómo podemos esperar que alguien salga rehabilitado tras vivir en dichas condiciones? La verdad es que, a menos que tengas plata y pagues por tu comodidad, vas a salir peor que cuando entraste; con menos ganas y oportunidades laborales. Esto es algo que, inevitablemente, lleva hacia más crimen. Esta es otra razón por la cual la justicia popular es peligrosa para la sociedad. Si un ciudadano común mata a un choro, inmediatamente se convierte en criminal. ¿Qué significa esto? Que se va a la cárcel. ¿Y qué significa esto? Que cuando obtenga su libertad, va a salir más rayado de lo que estuvo antes y, probablemente, recurra a actividades criminales como un medio para sobrevivir. La justicia popular solo alimenta ese círculo vicioso de criminalidad que ya existe en nuestro país.
Si eres de los que no viven en una fantasía, sabes que esto es una realidad para la mayoría en el Perú. Dime ¿crees que si te hubieras criado en esas condiciones, serias la misma persona? No crees que quizás tú o alguien que conoces, ¿hubiera robado quizás por lo menos una vez, porque necesitaba algo para subsistir? Uno nunca sabe, pero si eres consciente de cómo funciona la sociedad en la que vivimos, pensar que “no”, es estar con los ojos tapados. Lo que más me ha sorprendido de esta cruzada populista dedicada a erradicar la delincuencia, es que la campaña se ha centrado en los “choros”. En ningún momento he visto mención a sicarios o violadores: los criminales que realmente dañan a las personas.
Claro, estoy seguro de que todos tienen la misma opinión respecto a ese tema, pero igual. Se me hace increíble pensar cómo la protesta gira en torno de personas que roban carteras o celulares. Es más, la mayoría de videos en YouTube que son clips de la justicia popular en acción, muestran cómo los pobladores castigan a personas que roban este tipo de objetos (o sea, banalidades). Pero mi pregunta es, para ustedes que justifican esas acciones ¿creen que el hurto de bienes materiales, amerita acabar con la vida de una persona? ¿Tu fucking iPhone vale igual que la vida de otro ser humano? Más bien, dime tú ¿Quién es el verdadero ladrón? ¿Ese piraña de Villa El Salvador que te chorea tu Smartphone de 2mil lucas que te compró tu viejo? O ¿El alcalde que se cobra dos sueldos, multiplica presupuestos y deposita fondos DE LA CIUDAD a una empresa fantasma?
Vivimos en una sociedad que le da tanta importancia al materialismo, que cuando sucede algo como el robo (de objetos de valor netamente material), sentimos que afecta una parte vital de nuestro bienestar. Esto es lo que lleva a que surjan estos discursos llenos de odio; que no hacen más que mostrar el único mecanismo de defensa que tienen estas personas que se sienten gravemente afectadas por la pérdida de sus bienes. Esto también se refleja en la manera en que funciona nuestro país. Vivimos bajo un sistema neoliberal, en el que el objetivo principal es la ganancia. Dejamos que empresas transnacionales: exploten nuestros recursos naturales, contaminen nuestro medioambiente, les paguen una miseria a los pobladores; ¿para qué? Para cobrar nuestro impuesto a la renta, que va directamente a los sueldos de los empresarios y políticos.
El capitalismo salvaje bajo el cual estamos, que ve al “mercado” como la clave a la prosperidad, es lo que nos tiene así. Peor aun con el nivel de corrupción que hay en nuestro país. O sea, solo hay inversión en el sector privado y, para concha, los políticos meten la mano en la lata de galletas. ¡No seas malo! Regresamos a lo que dije muchos párrafos atrás. Esta lucha es en contra del sistema. Mientras todos están quejándose de que les están robando sus celulares ¡nuestra primera dama esta en investigación por lavado de activos! Y eso no es todo, este lunes 7 de septiembre, después de haber negado ser dueña de las agendas que la incriminaban en los crímenes de corrupción, se descubrió que la sin vergüenza le ADMITIÓ a Rosa Maria Palacios, de que sí es su letra en esas agendas. Todo para que un par de horas después, vía Twitter, digaque la periodista malinterpreto sus palabras. Así que díganme...¿Como esperamos que se respete la ley? cuando ni la primera dama lo hace. Y, mientras tanto, los candidatos más probables para nuestra próxima elección son: 1. La hija de un ex-dictador; 2. El bisabuelo del lobo de Wall Street; y 3. Un ex presidente que se ha robado tanta plata, que parece que la tiene guardada en su barriga. (¿Se van dando cuenta de por que estamos cómo estamos?)
Es hora de despertar gente, dense cuenta de dónde es que vienen todos nuestros problemas. Acaso ustedes creen que si toda la plata que roban o que va al sector privado, fuera al sector público ¿las cosas seguirían así? Les aseguro que no. Si las oportunidades fuesen iguales para todos y hubiera un mayor incentivo social por la cultura y la educación, no habría por qué haber tanta delincuencia. Porque después de todo, la delincuencia se trata de: tener lo que tiene el otro porque no lo tienes y te es importante tenerlo por el valor que tiene (ahí un pequeño trabalenguas para la gente). Si se le diera menos importancia al valor de esas cosas que todos quieren tener; y es más, si todos tuvieran el acceso para tener lo mismo ¿aun creen que habría esa lucha para tener más que tu prójimo? Repito: lo dudo.
Cómo dije en el subencabezado, estos últimos párrafos y este mensaje no van para aquellas personas en los distritos que viven la delincuencia a la vuelta de sus hogares. Esto va para ustedes, todas aquellas personas que por frustración y por compartir un sentimiento populista han empujado este tipo de campañas. Personas de clase media que se supone que tenemos un cierto nivel de educación y cultura como para no exigir estas medidas retrógradas. Nosotros no podemos entender la frustración y la cólera que experimentan las personas que viven el crimen de primera mano, pero como personas que, supuestamente, no somos víctimas de la inevitable ignorancia que abunda en nuestros sectores socioeconómicos más bajos, debemos ser conscientes y proponer soluciones con CRITERIO que funcionen para toda la sociedad. No hay nada peor que una persona culta pero inconsciente, o una persona que tiene las facultades para ser culta, pero escoge ser ignorante. Está en nuestras manos cambiar la conversación y mover el discurso hacia argumentos que toman en cuenta la realidad de toda la población.
Y si después de este larguísimo ensayo, aun no estás convencido de nada, quizás, puedas probar este método para luchar contra la delincuencia: