lunes, 7 de septiembre de 2015

ASI QUE… SU SOLUCIÓN A LA DELINCUENCIA ES ¿MÁS DELINCUENCIA?


La justicia popular, el rol de la policía y el deber del ciudadano – por Rob Thomas


Durante este último par de semanas, un movimiento populista se ha estado manifestando en las redes sociales y en las calles de Lima. Personas de todos los distritos y estratos se han organizado, viralmente, para protestar por una misma causa. Desde al que le irrumpen la vivienda, al que le meten la mano al bolsillo o al que le sacan un fierro; del que pierde el producto de su esfuerzo, al que pierde un bien material más. Como sabrán, estoy hablando de la delincuencia (un poco obvio por el título ¿no?). Y como también sabrán, me estoy refiriendo a esta nueva campaña humanitaria, llamada: “¡Chapa tu choro y déjalo paralítico!” – el eslogan perfecto para los que desean empezar una ONG. Muchos líderes de opinión han estado aportando sus distintas soluciones a este problema. El Ministro del Interior José Luis Pérez Guadalupe; el periodista Augusto Thorndike; el presidente Ollanta Humala y otras figuras públicas que también participan en los medios de comunicación. Pero, la que se lleva el premio a la BESTIA del año, es la “comunicadora social” (¡que se considere tal, es un insulto a todo los comunicadores!) Cecilia García. 

Ella, orgullosamente, promueve esta campaña y, no incita a dejar a los choros paralíticos, pero sí a lincharlos. Según ella, el mensaje de su campaña es meramente simbólico. Lo que ella promueve es el castigo moral de los ladrones. Sin embargo, lo que no toma en cuenta, es que su irresponsable discurso, manda un mensaje que tiene un efecto peligroso en el sector de la población que vive la delincuencia de primera mano. Los pobladores que están siguiendo esta campaña se lo están tomando literalmente, porque sienten que por fin se les ha dado la respuesta a un problema al que no le encontraban solución. ¿Qué pasó, Cecilia? ¿No aprendiste en la universidad que “el medio es el mensaje”?. Este pasado 2 de septiembre, la joven, también periodista, confesó tener aspiraciones políticas para el partido fujimorista (¡AHORA TODO TIENE SENTIDO!). Veamos cómo es que se inició esta movida y porqué no es la solución a nuestros problemas:

  

Si contamos a los cientos de miles que han dado a conocer su punto de vista por los eventos y páginas en Facebook, a los que les ha llegado hacer clic en “asistir” o “like”, a los que piensan así pero no se pasan todo el día presionando “cargar página de nuevo”, y los que ya están ejerciendo estas medidas de acción popular, tenemos una gran cantidad de personas que comparten el mismo sentimiento. El pueblo quiere un cambio, y en realidad, un cambio es lo que necesitamos. Pero, hay algunos que no vemos manifestaciones como estas como la solución al problema. Sí, algunos dicen que es porque somos unos “hippies”, o “caviares”, o que incluso “apoyamos” la delincuencia.

En mi opinión, (a pesar de quizás algunos sí  seamos hippies o caviares) creo que esas no son las razones. Creo que si pensamos que dejar a los delincuentes paralíticos, o incluso lincharlos, es algo que no va a arreglar nuestros problemas, es porque tenemos los pies sobre la tierra; y porque tampoco vivimos en ese mundo que idealiza la violencia y la revolución. Porque sí, existe esta idea romántica/idealista en la sociedad, de que la revolución social, siempre es una causa digna, porque expresa los deseos de un grupo de gente ante un sistema opresor. Y en la mayoría de los casos, sí es así. Son dignas porque obligan al pueblo a hacerse escuchar y es una clara muestra del poder de la democracia. Pero, de igual manera, en otros casos es completamente lo opuesto. Ejemplos (esta es fácil): el Ku Klux Klan, los nazis, Sendero Luminoso, etc… ¿ven a lo que voy? 

Antes de que empiecen a tirarme tomates, dense cuenta de que las organizaciones que mencioné, a pesar de ser similares por su carácter extremista e ideológico, también se parecen en que se manifestaron a través de la violencia.  Es cierto que no es lo mismo luchar por una causa ideológica, que por una civil. Es cierto que hay un rollo psicológico profundo con esas organizaciones terroristas; mientras que un movimiento populista que simplemente está luchando por su seguridad es producto de la indignación, impotencia y frustración del pueblo. Pero… ¿cómo creen que empezaron esos grupos? Antes de ser la amenaza social que llegaron a ser, no eran más que un pequeño grupo de personas luchando por una misma causa.

Todo el mundo tiene el derecho a expresar su punto de vista, eso no está fuera de discusión. Más aun, en nuestro caso, porque esta situación no se trata de luchar por una idea, se trata de luchar por un derecho. La gente está cansada de tener que caminar mirando por encima de su hombro. Así que nadie puede decirnos que no tenemos porqué protestar. Las opiniones varían en lo que respecta a la forma en que luchamos por este derecho. No hay duda de que ir en contra de un grupo de personas por un desacuerdo de carácter ideológico, racial o religioso no tiene la misma justificación, ni el llamado a la acción, que luchar en contra de quien te está oprimiendo o atacando (como es luchar contra los delincuentes). Pero aun así… ¿por qué la violencia tiene que ser nuestra primera medida de acción? ¿No creen que llegara el día en que la justicia popular cobre vidas inocentes? (spoiler alert:… ya llegó)



Hay cientos de casos más de justicia popular anualmente. Promover esta campaña es alimentar un sentimiento peligroso que ya existe dentro de un sector de nuestra población. Tan solo este domingo 6 de septiembre se mostró en “Cuarto Poder" una serie de clips de diferentes enfrentamientos en lugares como  Los Olivos y Huachipa. Lo que empezaba como el “castigo” a un delincuente, terminaba como una guerra civil entre pobladores, policías y ladrones; en el que todos los ciudadanos lanzaban piedras y destruían toda la propiedad a su alrededor. ¿Es eso una solución sensata? En enfrentamientos de esa naturaleza ¿no son los pobladores quienes están portándose como criminales? Ese comportamiento no es más que un llamado a que haya más caos y malestar social. Es obvio que esto se debe a que se siente una falta de cooperación por parte de la policía, pero eso tampoco es razón para que la justicia sea administrada por el pueblo; menos, cuando no se trata de justicia propiamente dicha y, se trata de más violencia y crimen del que ya existe. Algunos podrán decir que el lenguaje de estas campañas es solo para hacer que los delincuentes tengan miedo. Pero acaso no creen que, si hay personas que realmente ven la tortura o el homicidio como la única respuesta, ¿este discurso es un llamado a que tomen medidas extremas? Si piensan que estoy exagerando, vean por ustedes mismos:

  
*¿Es esto lo que hace una sociedad civilizada? 
¿En donde estamos? ¡¿Arabia Saudita?!

Es la ideología de "LA MANO DURA" lo que nos ha llevado a esto. No veo cómo seguir aplicándola va a resolver nuestros problemas. Pero bueno, entrando al siguiente tema, muchos se deben estar preguntando en este momento: "Entonces, ¿cuál es la solución? ¿Si no debemos intervenir nosotros, debe haber más intervención policial?"– Si ese es el caso, SIGUE LEYENDO ESTE ARTÍCULO. Si eres de los sí que piensan que la intervención militar, o más intervención policial (de carácter agresivo) es la solución, entonces eres un facho de mierda (sorry, not sorry). Antes de empezar a brindar mi punto de vista respecto a cuáles me parecen que son las soluciones razonables, abordaré el tema de la intervención, ya que parece ser la tercera opinión (después de la justicia popular y mi discurso hippie), que hay  respecto a como lidiar con la delincuencia. Incluso el tío Toledo ha aportado en esta conversación, sugiriendo que para acabar con el crimen debemos entrar en un “estado de emergencia” por 6 meses a 1 año y dejar que los militares rodeen nuestras calles. Un poco extremo ¿no? Pero bueno, creo que todos podemos deducir que su discurso se debe a que “El Cholo” está un poco quemado de tanta pichanga. 


Hay ciudadanos que comparten esta idea. Incluso, existen algunos que dicen: “bueno fuese que en el Perú la policía fuera como en USA” (si piensas así, te sugiero que vayas al psiquiatra, por el bien de todos). Pero no, no sería bueno que sea así en nuestro país. Contrario a lo que algunos creen, el rol de la policía es servir y proteger A TODOS LOS CIUDADANOS. De hecho que cuando se requiere el uso de la fuerza, se requiere pues. Si se tiene que sacar mierda ¡que se saque! Y si se tiene que matar a alguien en defensa propia ¡que pase! Pero la violencia (mucho menos disparar) no debería ser la primera respuesta a un conflicto social. Ese ha sido el problema que ha tenido nuestro vecino del norte. Por más eficaz que parezca el método, eso puede llevarnos a una sociedad en la cual se discrimina y se atenta contra tus libertades; algo que también ya sucede en nuestro país. Si observamos la reacción de la policía nacional ante problemas de minería en provincia y en distintas protestas sociales en Lima, podremos ver que el uso excesivo de la fuerza ya existe. ¿Realmente, estaríamos dispuestos, o deberíamos, darle más poder a la policía? No lo creo. Al contrario, deberíamos estar agradecidos de que la cultura policial en el Perú es distinta, y en cierto sentido, estar agradecidos de que parte del problema de la delincuencia surge de la ineficiencia de nuestras autoridades (antes de putearme por Facebook ¡sigan leyendo, por fa!).

*Este señor es candidato a la presidencia.... JAJAJAJAJAJAJAJA

¿Por qué digo eso? Porque nuestra situación significa que, a diferencia de lo que está sucediendo en EE. UU., para cambiar cómo funcionan las cosas, nosotros tenemos el poder sobre la policía. Aquí en el Perú, ellos podrán ser unos desgraciados, delincuentes, coimeros, inmorales, abusivos, corruptos, etc., pero a diferencia de EE. UU., ellos no gozan de la misma clase de inmunidad legal, ni se les permite ejercer la ley como les dé la gana (los que sí gozan de eso son los miembros del ejército peruano). Aquí, la policía no tiene, y nunca ha tenido, esa relación con el estado; y es por esa misma relación distante que han llegado a ser tan ineficientes y corruptos. ¿Cuántos policías, verdaderamente, lo son por vocación? ¿Acaso no creen, que con el entrenamiento adecuado, beneficios y un buen salario, los policías trabajarían de otra manera? Llámenme optimista, pero yo creo que sí. Yo creo que tendríamos una cultura policial dedicada a servir y proteger a TODA la población. 

Ese siendo el caso, somos nosotros, los ciudadanos, quienes ejercemos el poder al cambio. Pero esto tampoco significa que el lugar del ciudadano es intervenir físicamente. Y mucho menos con medidas extremas. Nuestro deber es cambiar cómo funcionan las cosas, para que así la policía pueda cumplir su función eficientemente. Las medidas extremas implican violencia en contra de la humanidad. Si hacemos eso, ¿cómo podemos protestar por nuestros derechos, si somos parte del mismo grupo de gente que causa daño a los demás? Si empezamos a linchar a delincuentes ¿dónde quedaría el rol de la ley en nuestra sociedad? Actuar de tal manera no es más que un llamado para que la policía tome medidas drásticas; ellos no se van a quedar con los brazos cruzados y decir: “sí, maten nomás”.

Por mas “noble” que les parezca la causa a algunos, el tipo de justicia popular que se incita en estas campañas va en contra de la ley. Si el ciudadano común comete los mismos actos que los delincuentes, ¿cómo pretendemos que la policía no haga nada? ¡Si es su deber hacer algo cuando estos actos suceden! Quieran admitirlo o no, TODOS somos iguales ante los ojos de la ley, y resolver el asunto con nuestras propias manos, es derivar el poder hacia una entidad mucho más corruptible y agresiva: la policía. Y pase lo que pase, en cualquier situación, el poder debe estar en las manos del pueblo (y en este caso no, literalmente, por que la única manera de mantener nuestro poder es usando el cerebro, no los puños).

Ahorita, seguro muchos de ustedes se estarán diciendo: “¡Pero por eso estamos en estas! ¡La ley no hace ni mierda! ¡Me estás diciendo que confíe en el sistema, pero si ellos son los que no hacen ni pincho!”. Pero habiendo dicho eso ¿no se dan cuenta? Si es la ley la que no hace nada ¡entonces debemos cambiar la ley! Si ellos son la causa del problema, ¿por qué vamos detrás de los que son la consecuencia? (¡Y sí!, los delincuentes son la consecuencia). Y cuando hablo de la ley, no hablo de la policía. Yo me refiero al estado; al sistema judicial. Las movidas sociales exitosas, que han dejado menos cuerpos, son las que pacíficamente, han ido en contra del sistema y no en contra de otros individuos.

Es ahí donde tenemos que cambiar nuestro discurso de cómo lidiar con la delincuencia. Porque en una sociedad las dos entidades mas grandes son: el estado y el pueblo; y cuando el primero falla, el segundo se ve afectado. La policía no es más que una rama del estado, que se encuentra por debajo del poder judicial. Y si la primera de estas, falla, es porque la segunda tampoco está funcionando adecuadamente. Es por eso que esta campaña que se está tratando de difundir no está atacando el problema por el lado correcto. A lo que se está incitando es a una guerra civil, en la cual se enfrentan ciudadanos, que se encuentran en esta situación, por la culpa del mismo sistema que ha sido negligente e ineficaz. Esta pelea no es en contra de los policías, NI de los delincuentes; es en contra de los fiscales, los jueces y políticos.



Tal como nos señala el Ministro del Interior – ¿Cuál es el mensaje, que le están dando nuestras autoridades judiciales…a la población…? – Según él, la fuerza policial ha capturado 71 mil delincuentes en el último año. Los que están dejando a los delincuentes salir, otra vez a las calles, son los fiscales y jueces. Debido a la reputación que tiene nuestra fuerza policial, uno podría tener dudas respecto a la veracidad de aquella estadística. Pero el lunes 31 de agosto, una jueza nos mostró porqué es que debemos confiar en las palabras de nuestro ministro:

“La Corte Superior de Lima separó de su cargo a la jueza Haydee Vergara, del 54 Juzgado Penal, quien ordenó la liberación de 52 de los 56 vándalos que usurparon y saquearon el último viernes una casa en Lince, donde soldaron las puertas del predio, se atrincheraron dentro, destruyeron todo a su paso y se apoderaron de las joyas, equipos y electrodomésticos de la familia de Efrén Domínguez, dueño del inmueble.”LaMula 

Para los que no están al tanto, dicho crimen sucedió el pasado 28 de agosto. Tal como podemos leer en la cita, el lunes, la jueza, por alguna razón, liberó a todos, menos a 4 de los delincuentes involucrados en ese saqueo. Sea cual sea la razón ¡no me importa! ¡¿Cómo es que una jueza libera a CINCUENTA Y DOS CRIMINALES DETENIDOS EN FLAGRANCIA POR LA POLICÍA?! Si esto ha pasado aquí no más en Lince ¿qué clase de faltas judiciales se deben estar dando en distritos más alejados, con menos cobertura mediática? O peor aún, ¿en las provincias? Con evidencia como esta, está claro quién está en falta. ¡Y se pone peor, señores! Como una segunda cachetada al pueblo peruano, debido a que la señora sigue “bajo investigación”, la magistrada Haydee Vergara: “ha retomado sus funciones como titular del segundo juzgado de paz letrado de Lince y San Isidro”. (son noticias como estas que demuestran que ¡¡¡LA CORRUPCIÓN ES LA CAUSA DE TODOS NUESTROS PROBLEMAS!!!) 

Incluso, obviando este suceso reciente, pensemos en las demás veces que hemos visto alguna noticia de un criminal que recibe una condena demasiado severa para su crimen, o simplemente sale libre. Yendo más allá, pensemos en todos los empresarios y políticos que roban millones de soles, que se les encuentra culpables, pero siguen libres o incluso siguen en sus puestos de trabajo. ¿Acaso esos no son choros? Que no hablen ashi pe y que no sean tu cliché de alguien que escucha reggaetón, no significa que son menos delincuentes que el que te bolsiquea en el micro (Y de lo que muchos no se dan cuenta,  es que ¡ESOS SON LOS VERDADEROS CRIMINALES!)

Antes de continuar, quiero dejar algo en claro. No estoy simpatizando con la policía. De hecho, no estoy de acuerdo con una enésima cantidad de cosas respecto a cómo funcionan en nuestro país. Creo que ese es un sentimiento que todos compartimos. Pero estos son los hechos; y en una época en la cual los medios tuercen información para cumplir agendas políticas, deberíamos guiarnos por la evidencia concreta. Y viéndola, en esta situación, si es que tenemos que tirar dedo, OBVIAMENTE tirémosle al sistema judicial. Por más que la declaración del ministro Pérez Guadalupe parezca una manera de echarse grasa, los hechos señalan a que la policía es la única entidad tomando medidas para combatir este problema de la delincuencia. 

Tan solo el sábado 29 de agosto, miembros del gabinete del Ministerio del Interior, informaron que iban a implementar una norma, para que los fiscales estén obligados a solicitarles a los jueces la aplicación del proceso inmediato, cuando el delincuente es detenido cometiendo el crimen, o si lo confiesa. Este “proceso inmediato” se diferencia del proceso común ya que permite que el caso sea resuelto en 72 horas. Pero ahora… la verdadera pregunta es, ¿todos los jueces y fiscales van a seguir esta norma? Según los datos, entre julio del 2006 y diciembre del 2014, se sumaron solo 338 procesos inmediatos. Díganme ¿creen que en esos 8 años, solo hubo 338 casos que necesitaban un proceso inmediato? Conociendo a nuestra ciudad, ni cagando. Ya es claro quiénes son los que están metiendo la pata en este problema social del cual hablo en este ensayo. 

*Imagen cortesía de: Alecus

Pero, volviéndonos a enfocar en la policía, hay otras medidas que también está tomando la PNP para capacitar a nuestros oficiales. Hablo de la nueva norma que mantendrá a los tombos en un estado físico saludable y capaz para la persecución de criminales y de la nueva ley que pondrá a policías ebrios y coimeros inmediatamente en el retiro. En cuanto a si podemos confiar a que ellos sigan esas reglas, eso es otra historia para otro artículo (y créanme que eso no será pronto ¡ya me cansé de hablar tanto de los tombos!). Pero, obviando la inevitable corrupción que se da en nuestras instituciones públicas, tomemos nota de que por lo menos ya existe una voluntad, por parte de este sector del sistema, para mejorar las cosas.

Incluso el inepto del presidente, Ollanta Heredia, ha dicho que para su último año fiscal invertirá 2 mil millones de soles en la policía, para mejorar su tecnología e inteligencia.  Cualquiera que entiende la esencia del problema de la delincuencia -(falta de educación, falta de cultura, falta de oportunidades laborales y en general, una desfavorable situación socioeconómica causada por años de un sistema neoliberal que dirige todos sus esfuerzos al sector privado y centraliza la economía; pero esperen… ya llegaré a eso, ¡sean pacientes conmigo!)-, sabe que tirarle más plata a la policía, no es la solución más adecuada para este problema. Es más, es algo de lo que mencionaba antes: darle más poder a la policía, tampoco es la respuesta, ya que puede crear un ambiente de (más) abuso y (más) corrupción moral. (Por eso es que tienen que terminar de leer este artículo y estar informados, para así poder hacer que nuestra voz se escuche ¡carajo!). Pero bueno, con algo se empieza ¿no? Como decimos en el Perú: ¡a nada!


Entonces… viendo que los policías no son quienes están (completamente) en falta en esta situación de la delincuencia, ¿qué podemos hacer nosotros para que el poder judicial contribuya a la sociedad? Lo que siempre hemos hecho cuando algo nos ha enfurecido: ¡MARCHAR! En el último año se han dado marchas por varias causas (marihuana, aborto, unión civil, minería, televisión basura, etc.). Todas han sido pacificas y pese a la intervención abusiva de la policía, los manifestantes han sabido mantener su compostura y no cometer crímenes en respuesta. No he visto a nadie agredir a fundamentalistas cristianos, cuando estos han protestado en contra de las causas en que muchos creemos ¿por qué ahora debería ser distinto? Es cierto que los delincuentes hacen daño físico y atentan contra la seguridad, pero ¿por qué deberíamos rebajarnos a su nivel? Cuando la experiencia nos muestra que ganamos mucho más usando el poder de la palabra (¿acaso no ganamos la lucha contra la ley pulpín? Ese es un  claro ejemplo). Y aunque no lo crean, esto ya se esta dando lugar por las redes sociales. El grupo "bestias al volante", ha convocado una marcha frente al palacio de justicia, para este miércoles 09 de septiembre. Si estas convencido de que esta es la causa por la cual luchar, te recomiendo que vayas y hagas que tu voz se escuche. A continuación, Augusto Thorndike nos deja las cosas en claro:


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Tal como nos señala el excéntrico periodista, nuestro lugar en este conflicto es al frente del Palacio de Justicia. Tampoco podemos ser tan nihilistas como para pensar que por las huevas es, o que todo el sistema está corrupto. Tenemos que tener esperanza y creer en nuestros ideales; al igual que creer en que aún existe un grupo de buenas personas que no se han olvidado de los suyos. Si queremos un cambio, tenemos que ir a la raíz del problema. No tenemos que pedir, tenemos que EXIGIR que la ley se haga respetar. Tenemos que demandar que los fiscales y jueces corruptos sean destituidos de sus cargos y que no se les permita JAMÁS volver a la praxis. Solo así, realmente, contribuiremos a un cambio a largo plazo. Incitar a que haya más violencia es solo echarle más gasolina al incendio. 

Yo sé, que lo que la gente quiere, sí es un cambio, pero el problema con mi propuesta es que no es un cambio inmediato ¿no? Eso tampoco significa que es una causa perdida. La realidad es que los cambios más efectivos que se dan en una sociedad, son aquellos que se trabajan para el mediano y largo plazo. Luchando contra la corrupción, implementando nuevas leyes y dirigiendo fondos del estado hacia el sector público (¡y no el privado, porque el “mercado” no va a resolver nuestros males sociales!), son las medidas que nuestro gobierno debe tomar (siguiendo el ejemplo de muchos gobiernos exitosos que han hecho lo mismo). Pero es obvio también, que algo se debe hacer para luchar contra la delincuencia a corto plazo.

Por más fuera de lugar que esté la campaña “Chapa tu choro y déjalo paralítico”, tampoco podemos demonizar a la gente que vive la delincuencia de primera mano y cree en estas medidas (a la que sí debemos demonizar es a Cecilia García, la dizque comunicadora que está promoviendo esta causa sin tomar en cuenta las repercusiones sociales y, aparentemente, por fines políticos). El sentido de indignación, frustración e impotencia es lo que ha llevado a que surja este sentimiento populista de agredir a delincuentes; no una maldad que nace de su alma. Pero aun así, no podemos dejarnos llevar por los sentimientos y promover acciones como estas; cuando el problema es mucho más complejo de lo que algunos piensan. Por algo los seres humanos tenemos la capacidad de razonar: para tomar las decisiones correctas cuando nuestras emociones nos ciegan con ignorancia.


Entonces… ¡ahora sí! la pregunta del millón ¿Qué se puede hacer para luchar contra la delincuencia, sin tener que convertir a nuestras fuerzas policiales en sádicos autócratas, sin tener que esperar a que se limpie el sistema y sin tener que convertirnos en yihadistas del Estado Islámico? Aquí la solución:

“La apuesta debe ir siempre por organizar a la comunidad, darle recursos, respaldo normativo, apoyo de la autoridad y que su rol sea de alerta temprana. También de prevención y trabajar en alianza con la Policía y la Municipalidad” - Olenka Ochoa: experta del grupo técnico Campaña Ciudades Seguras y del equipo de especialistas en Políticas Urbanas de Cumbre de Hábitat.

Exacto. Si las comunidades pueden organizarse para torturar a delincuentes, ¿por qué no pueden organizarse para detenerlos y entregarlos a la policía? Si no fuese así de simple como señala Olenka Ochoa, ¿entonces porqué existe algo llamado “arresto ciudadano”? Para los que no saben que es esto, el arresto ciudadano es la ley 29372 de los artículos 259 y 260 del Código Penal. Esta nos dice que toda persona puede proceder al arresto en estado de flagrancia, con la obligación de entregar el detenido a la policía, lo más pronto posible. Ciertamente, realizar este tipo de arresto no es tan fácil como suena. Tampoco es la medida de acción más recomendable para cualquier situación. Siempre existe el riesgo de que el delincuente esté armado y te pueda causar daño (¡peor aun cuando la justicia popular entra en acción, ya que esto podrá llevar a que los delincuentes tomen venganza o empiecen a portar armas letales!). Pero si lo necesario para luchar contra la delincuencia es la intervención ciudadana, entonces el arresto ciudadano es el método correcto y más efectivo. Todo es cuestión de que las comunidades se organicen, establezcan horarios, puestos y lugares estratégicos para vigilar e interceptar a delincuentes. Con tal de que cuenten con la tecnología adecuada para defenderse (¡y no hablo de armas blancas!) y, una buena logística, se pueden crear sistemas eficientes de vigilancia ciudadana.

Más aun, si trabajan en conjunto con sus autoridades locales (la municipalidad, serenazgos y policías). De esa manera, podrán atrapar a delincuentes con mayor frecuencia y establecer un vínculo con las autoridades municipales; algo que a pesar de que algunos piensan que es bullshit sociológico, es sumamente importante para tratar el problema de la seguridad ciudadana. Tiene que existir una relación bidireccional entre la policía y el pueblo, solo así puede existir una comunidad basada en la ayuda, la fraternidad y la cooperación. Si las autoridades están más involucradas en temas sociales y tienen una mayor cercanía con los ciudadanos, estarán más pendientes de las cosas que suceden en las comunidades con las cuales tienen proximidad. El día en que la policía sea nuestro aliado y no alguien a quien vemos como otro opresor más, podremos progresar hacia un Perú más seguro. Y para los que en este momento, quizás estén pensando: “qué idealista este huevón”, déjenme decirles algo, esto de lo que hablo, no es ninguna fantasía, es una realidad, y ya se está dando en  nuestra ciudad:


¡UN APLAUSO PARA ESA COMUNIDAD! Demostrando que cuando existe la voluntad, las cosas se pueden realizar exitosamente. Y desde entonces ningún choro ha quedado paralitico, cuadripléjico, quemado, acuchillado, fusilado o linchado. El anterior video es una clara prueba de que cuando se quiere ¡SE PUEDE!; sin tener que reducirnos al estado mental de un incivilizado. Esas personas entienden que la violencia es un llamado a más violencia. Saben que pelear contra delincuentes manda el mensaje incorrecto. Reconocen que agredir a choros es algo que puede llevar a los excesos de fuerza, por parte de los pobladores y también los delincuentes. Pese a la difícil situación que les ha tocado vivir, estas personas han logrado buscar una solución a su problema mediante el uso del CRITERIO y la RAZÓN. Esto, señoras y señores, es una verdadera muestra de justicia popular.

Estos últimos párrafos son para ustedes: los cultos inconscientes 


Tras una vasta cantidad de párrafos, creo que por fin llegamos a donde queríamos. Hemos establecido que pese a que nuestra fuerza policial es ineficiente, no son ellos, sino el poder judicial quienes nos están fallando en la lucha contra el crimen. Hemos reconocido que la violencia como un medio de respuesta ante una crisis social, solo empeora la situación. Y hemos concluido que para acabar con este problema, debemos proponernos una estrategia a largo y corto plazo, y llevarlas a cabo en conjunto para así empezar el cambio. Pero, analizando las opiniones que se comparten en las redes sociales, he podido observar que muchas personas que promueven las medidas extremas, no son las mismas que aparecen en los videos de justicia popular. Muchos son ciudadanos de clase media como tú y yo, que no parecen estar motivados por el mismo sentido de indignación e impotencia que corre por las venas de quienes viven en los barrios más marginales de nuestro país. Estos que apoyan las medidas violentas de los pobladores de estratos más bajos, parecen ser personas que dejan que sus frustraciones y prejuicios manejen su discurso. Entonces, me parece que existe algo que quizás no le queda claro a todos: ¿Por qué es que debemos tomar medidas pacíficas ante delincuentes? y, ¿Por qué debemos tener un sentido de “respeto” por su humanidad, sin son unas lacras que le hacen daño a la sociedad? Les diré por qué:


Antes que todo, no me malinterpreten. No defiendo a este sujeto, ni justifico ninguna de sus acciones. La delincuencia es un grave problema social, y si no se cumple la ley, los criminales deben asumir las consecuencias legales. También, si uno de estos te asalta, tú tienes todo el derecho a defenderte, y si por alguna razón, la situación termina en una elección entre tu vida o la suya, es obvio que tienes que hacer lo que tienes que hacer. Pero a lo que voy con todo esto es que, si realmente queremos luchar contra la delincuencia para erradicarla, tenemos que entender el problema en todas sus dimensiones. Es por esto principalmente por lo cual  campañas tipo “Chapa tu choro y déjalo paralítico” no son la solución; no solo porque conllevan cometer actos criminales, sino también porque esquivan por completo la complejidad del problema.

El discurso ideológico de quienes promueven estas campañas es una “respuesta” simplista e ignorante a la cuestión en mano y, se basa en emociones y cero razonamiento. Es una reacción impulsiva basada en frustraciones, sin el uso absoluto del criterio. Porque claro, para muchos de ustedes, es mucha huevada sentarte a pensar, analizar y reflexionar acerca de la realidad de tu país, ¿no? Más fácil es decir “¡al pincho!” y proponer algo que no es más que el reflejo de tu odio y falta de conciencia social. Porque los que no vivimos en una burbuja y no nos dejamos llevar por un sentido de superioridad socioeconómica, entendemos, que lamentablemente, a pesar de que todos somos iguales, en la sociedad no vivimos como tal. 

Para los que consideran que estoy hablando caviaradas, les sacaré algo llamado datos (el peor enemigo de los conservadores). Según el libro “¿Quiénes son los delincuentes en el Perú y porqué?” (Gino Costa y Carlos Romero, 2015), la deserción escolar de presos es de 59 %, mientras que el promedio nacional es 14 %. Con una estadística como esta, ¿Qué se puede deducir? ¡Yo les diré qué…! Es algo tan obvio, que con tal de tener la capacidad de analizar y reflexionar acerca de las cosas que se ven todos los días en este país, ya saben de lo que estoy hablando. Piénsenlo… ¡Exacto! ¡La educación! Seamos honestos, la educación pública en nuestro país… ¡es una cagada! Hay falta de tecnología, infraestructura y en general, una falta de nivel cultural respecto al contenido y metodología de enseñanza (esto incluso pasa en colegios privados; se los digo por experiencia). Esto crea un ambiente en el cual no existe el interés ni la voluntad por aprender. En caso de personas de clase media, las consecuencias quizás sean que la persona se convierta en un pastrulo, vago o en algunos casos: delincuente. ¿Pero qué pasa con alguien que vive en otras condiciones? ¿Qué pasa con alguien que vive en la pobreza? En un ambiente en el cual no hay acceso a una buena educación, seguro de salud, viviendas con infraestructura moderna, oportunidades laborales, un salario decente y actividades culturales. Les dejo a que respondan eso por sí mismos.

Algo a tomar en cuenta, también, son las pésimas condiciones de nuestras cárceles. El propósito de que alguien sea encerrado por sus crímenes, es que aprenda, se rehabilite y salga de la cárcel como un miembro productivo de la sociedad. Este (¡obviamente!) no es el caso. Nuestros penales están sobre poblados e infestados con drogas y enfermedades. ¿Cómo podemos esperar que alguien salga rehabilitado tras vivir en dichas condiciones? La verdad es que, a menos que tengas plata y pagues por tu comodidad, vas a salir peor que cuando entraste; con menos ganas y oportunidades laborales. Esto es algo que, inevitablemente, lleva hacia más crimen. Esta es otra razón por la cual la justicia popular es peligrosa para la sociedad. Si un ciudadano común mata a un choro, inmediatamente se convierte en criminal. ¿Qué significa esto? Que se va a la cárcel. ¿Y qué significa esto? Que cuando obtenga su libertad, va a salir más rayado de lo que estuvo antes y, probablemente, recurra a actividades criminales como un medio para sobrevivir. La justicia popular solo alimenta ese círculo vicioso de criminalidad que ya existe en nuestro país.

Si eres de los que no viven en una fantasía, sabes que esto es una realidad para la mayoría en el Perú. Dime ¿crees que si te hubieras criado en esas condiciones, serias la misma persona? No crees que quizás tú o alguien que conoces, ¿hubiera robado quizás por lo menos una vez, porque necesitaba algo para subsistir? Uno nunca sabe, pero si eres consciente de cómo funciona la sociedad en la que vivimos, pensar que “no”, es estar con los ojos tapados. Lo que más me ha sorprendido de esta cruzada populista dedicada a erradicar la delincuencia, es que la campaña se ha centrado en los “choros”. En ningún momento he visto mención a sicarios o violadores: los criminales que realmente dañan a las personas.

Claro, estoy seguro de que todos tienen la misma opinión respecto a ese tema, pero igual. Se me hace increíble pensar cómo la protesta gira en torno de personas que roban carteras o celulares. Es más, la mayoría de videos en YouTube que son clips de la justicia popular en acción, muestran cómo los pobladores castigan a personas que roban este tipo de objetos (o sea, banalidades). Pero mi pregunta es, para ustedes que justifican esas acciones ¿creen que el hurto de bienes materiales, amerita acabar con la vida de una persona? ¿Tu fucking iPhone vale igual que la vida de otro ser humano? Más bien, dime tú ¿Quién es el verdadero ladrón? ¿Ese piraña de Villa El Salvador que te chorea tu Smartphone de 2mil lucas que te compró tu viejo? O ¿El alcalde que se cobra dos sueldos, multiplica presupuestos y deposita fondos DE LA CIUDAD a una empresa fantasma?

*Imagen cortesía de: Colectivo Dignidad

Vivimos en una sociedad que le da tanta importancia al materialismo, que cuando sucede algo como el robo (de objetos de valor netamente material), sentimos que afecta una parte vital de nuestro bienestar. Esto es lo que lleva a que surjan estos discursos llenos de odio; que no hacen más que mostrar el único mecanismo de defensa que tienen estas personas que se sienten gravemente afectadas por la pérdida de sus bienes. Esto también se refleja en la manera en que funciona nuestro país. Vivimos bajo un sistema neoliberal, en el que el objetivo principal es la ganancia. Dejamos que empresas transnacionales: exploten nuestros recursos naturales, contaminen nuestro medioambiente, les paguen una miseria a los pobladores; ¿para qué? Para cobrar nuestro impuesto a la renta, que va directamente a los sueldos de los empresarios y políticos.

El capitalismo salvaje bajo el cual estamos, que ve al “mercado” como la clave a la prosperidad, es lo que nos tiene así. Peor aun con el nivel de corrupción que hay en nuestro país. O sea, solo hay inversión en el sector privado y, para concha, los políticos meten la mano en la lata de galletas. ¡No seas malo! Regresamos a lo que dije muchos párrafos atrás. Esta lucha es en contra del sistema. Mientras todos están quejándose de que les están robando sus celulares ¡nuestra primera dama esta en investigación por lavado de activos! Y eso no es todo, este lunes 7 de septiembre, después de haber negado ser dueña de las agendas que la incriminaban en los crímenes de corrupción, se descubrió que la sin vergüenza le ADMITIÓ a Rosa Maria Palacios, de que sí es su letra en esas agendas. Todo para que un par de horas después, vía Twitter, diga que la periodista malinterpreto sus palabras. Así que díganme...¿Como esperamos que se respete la ley? cuando ni la primera dama lo hace. Y, mientras tanto, los candidatos más probables para nuestra próxima elección son: 1. La hija de un ex-dictador; 2. El bisabuelo del lobo de Wall Street; y 3. Un ex presidente que se ha robado tanta plata, que parece que la tiene guardada en su barriga. (¿Se van dando cuenta de por que estamos cómo estamos?)


Es hora de despertar gente, dense cuenta de dónde es que vienen todos nuestros problemas. Acaso ustedes creen que si toda la plata que roban o que va al sector privado, fuera al sector público ¿las cosas seguirían así? Les aseguro que no. Si las oportunidades fuesen iguales para todos y hubiera un mayor incentivo social por la cultura y la educación, no habría por qué haber tanta delincuencia. Porque después de todo, la delincuencia se trata de: tener lo que tiene el otro porque no lo tienes y te es importante tenerlo por el valor que tiene (ahí un pequeño trabalenguas para la gente). Si se le diera menos importancia al valor de esas cosas que todos quieren tener; y es más, si todos tuvieran el acceso para tener lo mismo ¿aun creen que habría esa lucha para tener más que tu prójimo? Repito: lo dudo. 

Cómo dije en el subencabezado, estos últimos párrafos y este mensaje no van para aquellas personas en los distritos que viven la delincuencia a la vuelta de sus hogares. Esto va para ustedes, todas aquellas personas que por frustración y por compartir un sentimiento populista han empujado este tipo de campañas. Personas de clase media que se supone que tenemos un cierto nivel de educación y cultura como para no exigir estas medidas retrógradas. Nosotros no podemos entender la frustración y la cólera que experimentan las personas que viven el crimen de primera mano, pero como personas que, supuestamente, no somos víctimas de la inevitable ignorancia que abunda en nuestros sectores socioeconómicos más bajos, debemos ser conscientes y proponer soluciones con CRITERIO que funcionen para toda la sociedad. No hay nada peor que una persona culta pero inconsciente, o una persona que tiene las facultades para ser culta, pero escoge ser ignorante. Está en nuestras manos cambiar la conversación y mover el discurso hacia argumentos que toman en cuenta la realidad de toda la población.


Y si después de este larguísimo ensayo, aun no estás convencido de nada, quizás, puedas probar este método para luchar contra la delincuencia:

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