ALAN GARCÍA, EL APRA Y EL NARCOTRÁFICO
Después de una ardua batalla contra sí mismo en las elecciones internas del APRA, Alan García emergió victorioso como el candidato oficial a la presidencia. Y no estoy hablando de ningún caso de esquizofrenia; es simplemente una muestra de la poca estima que se tiene por la democracia en su partido político. Pero aun así, el resultado de estas “elecciones” suscitó una celebración masiva. El mitin se dio en el Coliseo Chamochumbi en Magdalena y asistieron tres mil seguidores del culto alanista o, como ellos prefieren llamarse: “el partido aprista”.
Como era de esperarse, dicho evento fue una noche repleta de demagogia y megalomanía. Empezó con el montón de zombis cantando “¡Alan presidente!” y el candidato presentándose sosteniendo la bandera peruana. De ahí, García entretuvo a sus seguidores con una rodada por el escenario mientras agitaba la bandera, al ritmo de la versión cumbia del vals “Mi Perú”. Y fue después de eso, que inició el espectáculo de mentiras.
Fiel a su estilo, Alan lució sus dotes de oratoria al dar su discurso. Además de promulgar promesas incumplibles, condenó al actual gobierno por armar escándalos políticos que alejan y desmotivan al pueblo de participar en los temas de coyuntura. Algo irónico considerando que sus dos esbirros (Mauricio Mulder y Javier Velázquez) han sido, en gran parte, responsables por convertir a este congreso actual en un circo.
Entre las tantas promesas que anunció están: el uso de las fuerzas armadas para combatir la delincuencia, la construcción de un nuevo ferrocarril, la eliminación de las services y la reducción de la pobreza por debajo del 10 % (ya huevón...). Además, propuso crear un “canon comunal” entre comunidades indígenas y las empresas mineras.
Como se pueden imaginar, todo esto causó revuelo en los medios, en especial las redes sociales. Principalmente porque: 1. El tren eléctrico le demoró 25 años en terminar; 2. En el 2006 también prometió eliminar las services (y un huevo de cosas más que jamás cumplió); y 3. Cuando se dio el conflicto socioambiental del Baguazo, su reacción fue opuesta a lo que esperarías de alguien que cree en el “canon comunal”. Etiquetó a los indígenas como “invasores que quieren impedir el progreso del Perú” y personas que “no son ciudadanos de primera clase”. Sin embargo, como todo buen encantador de serpientes, durante el mitin García cautivó a su público y logró conseguir esos aplausos que tanto alimentan su ego.
Así que bueno, aunque lo queramos o no, se oficializó la candidatura del dos veces presidente del Perú. Tan solo una muestra más del poco aprecio que se tiene por la democracia en este país. Nadie tiene un decir en quién postula; como en toda plutocracia, lo hace el que tiene el dinero suficiente. Y en nuestro caso, también el que tiene una base de seguidores que rinden culto a su personalidad (ya sean apristas, fujimoristas o ppkausas).
Pero ahora, regresando al elefante en la habitación (y hablo, literalmente, del elefante Alan García), el candidato a la presidencia tampoco la tiene tan fácil en esta campaña. Aparte de ser ególatra, corrupto, sinvergüenza y el responsable de uno de los peores gobiernos de nuestra historia (‘85-‘90), tiene un caso judicial que lo está persiguiendo. Algo que en esta temporada electoral, quizás sea el esqueleto más grande en su clóset especial de prendas triple xl. A lo que me refiero, es a los famosos “narcoindultos”. Ya que esto, los vínculos a Gerald Oropeza y las fotos con Gia Rogers, han llevado a que RatAlan se gane el apodo de “el candidato de los narcos”.
LOS NARCONINDULTOS
Todo esto empezó cuando a finales del 2011, el actual gobierno dio a luz a la “Megacomisión”. Esta fue creada con el fin de investigar las acusaciones por corrupción que enfrentaba (y sigue enfrentando) la gestión presidencial de Alan García. Pero recién fue en el 2013 que el asunto se puso serio para el expresidente. De todas las irregularidades con las que se topó la Megacomisión (acuerdos informales con empresas, obstrucción de justicia, chuponeos ilegales, etc.), lo que más destacó fueron los indultos y conmutaciones de sentencias.
Por varias razones: 1. Se dieron 232 indultos y 5 246 conmutaciones; 2. De los indultos y conmutaciones, 72 y 3 207, respectivamente, fueron por el delito de tráfico de drogas; 3. 400 de esas conmutaciones fueron por el delito en forma agravada (o sea que los sentenciados no eran de esos dealers pulpines que te venden ponz para ganarse su sencillo); y 4. Se encontraron casos de familias y organizaciones criminales enteras a las que se les conmutaron las sentencias.
¿La defensa de Alan García? Echarse grasa (y no del tipo que le sobra en el cuerpo). Su primera excusa fue que buscaba “erradicar el hacinamiento de los establecimientos penales”. Algo que contradice su política, ya que durante su gestión, el número de encarcelados aumentó en un 33 %. Además, la mayoría de sentenciados en nuestro país han cometido robo agravado (30 %). Pero de las conmutaciones, 1 626 se dieron a este tipo de criminales; es decir, la mitad que por tráfico de drogas. Luego, se descubrió que también se había conmutado a otros 371 delincuentes, los cuales se encontraban en semilibertad; o sea, no estaban ocupando una cárcel. Y como si fuese poco, de ese grupo, 268 tenían condena por tráfico ilícito de drogas.
La investigación también encontró que para poder hacer esto posible, se cambió por completo la modalidad para otorgar indultos y conmutaciones: se flexibilizaron requisitos y exigencias. También se fusionaron varias comisiones que veían estos casos para crear la “Comisión de Gracias Presidenciales”. Y además, se informalizó por completo la institución. Bastaba con un nombramiento simple (o sea, ya no ser un profesional especializado), para poder firmar uno de estos decretos. Incluso, se eliminó la obligación de archivar estos casos.
Si eso no huele a corrupción ¿entonces qué...? Peor aún, porque se encontraron denuncias de que se cobró por estas derogaciones penales. Montos desde dos mil hasta 15mil dólares. Y encima,se encontró evidencia que implica a García directamente. Se descubrió que, en algunos casos, el entonces presidente alteró las conmutaciones dadas por la comisión, a favor del delincuente.
Alan García admitió haber firmado los decretos, pero ya que la mea culpa no es parte de su retórica, se hizo el de la vista gorda (y no me refiero a su peso…). Según él, no sabía que la comisión cambió las reglas de indulto, ni sabía que se le dio prioridad a los casos de narcotráfico. “Supongo que ocurrió por el ministro a cargo…” fueron sus palabras. Y efectivamente, como en toda mafia, fue el subordinado quien pagó pato y no el pez gordo (otra vez…tampoco me refiero a su peso)
Es por eso que quien está actualmente en juicio y en prisión preventiva por los narconindultos es el expresidente de la Comisión de Gracias Presidenciales, Miguel Facundo Chinguel. Pero tampoco es que el mencionado sea del todo inocente. Al contrario, la evidencia ha mostrado que Chinguel jugó una tremenda mano en este acto de corrupción. Se descubrió a través de un video, que el exfuncionario visitaba las instalaciones penitenciarias para negociar las conmutaciones con los presos. Además, salieron testimonios de exreclusos manifestando que los presos acudían directamente al exfuncionario para poder obtener su libertad, siempre a cambio de una suma de dinero.
Pero, lo más indignante de este caso es cómo ha afectado a Alan García (o más bien, cómo no lo ha afectado). A pesar de habérsele encontrado culpable de los delitos de encubrimiento personal y asociación ilícita para delinquir, el año pasado, el expresidente salvó su pescuezo. El Quinto Juzgado Especializado en lo Constitucional de la Corte de Lima, a cargo de Hugo Velásquez Zavaleta, declaró válido el pedido del exmandatario de anular su participación en la investigación. Presuntamente, por haber sido convocado de una manera inconstitucional por el grupo parlamentario, bajo el pretexto de que no sabía porqué se le estaba investigando (otra muestra del chiste que es el sistema judicial en el Pedú).
Sin embargo, por lo que ha estado sucediendo este último año, se ha cuestionado su pedido de amparo y se le volvió a citar. Ante esto, García, con toda la conchudez del mundo, hizo otro pedido de amparo, esta vez en contra de los jueces. Otra vez, bajo el pretexto de que se estaban violando sus derechos constitucionales. Pero parece que el dinero no le pudo comprar la libertad y ese pedido fue derogado. Lo cual ha llevado a que su primer pedido de amparo (que fue apelado) entre en fase de revisión de sentencia en la Corte Superior. A buena hora, ya que durante los últimos meses se han estado descubriendo vínculos del partido aprista con el narcotráfico; lo cual no beneficia para nada al exmandatario.
¿EL CANDIDATO DE LOS NARCOS?
Si han estado al tanto de los temas de coyuntura, de seguro habrán escuchado del famoso Tony Montana peruano: Gerald Oropeza. La verdad es que este sujeto no es más que uno de los tantos narcotraficantes de nuestro país. El tema con él ha sido que se ha dramatizado su situación en los medios por todas las particularidades que rodean su caso. Los videos con autos lujosos, las fiestas extravagantes, el intento de asesinato con granadas; todo eso ha convertido a este personaje en algo más de lo que es. Pero, lo que también le ha dado mayor relevancia, es la politización del caso que se ha generado por los vínculos del delincuente con el APRA.
*Fuente: El Panfleto
Primeramente, su padre Américo Oropeza, antes de ser asesinado en el 2011, fue un ávido militante del partido aprista. Su madre, Pilar López, también, e incluso fue candidata al congreso por el partido de la estrella en el 2011. Pero por alguna razón, este año, cuando salieron a la luz las acusaciones en contra de Gerald, el partido expulsó a su madre. Luego, cuando se filtró el audio en que Oropeza declara tener el apoyo de su “Tío Alan”, los apristas inmediatamente se manifestaron ante los medios.
Declararon que el mencionado no se trataba de su líder y que tampoco tenían ningún vínculo con el narcotraficante. De ahí, se descubrió que efectivamente este tío no era Alan García, sino el esposo de la tía de Gerald; un ex miembro de la banda criminal Los Destructores. Sin embargo, uno no puede evitar pensar: Si el APRA no tiene nada que ver con el narcotráfico, ¿Por qué sintieron la necesidad de salir a defenderse y expulsar a la madre de Oropeza? Normalmente, cuando alguien no tiene nada que esconder, no siente la necesidad de limpiar su imagen.
*Toda la batería del tío Alan
Luego de que se dieran estos sucesos, se filtró otra nota de voz de Whatsapp de Oropeza con insinuaciones sospechosas. En dicho audio, el narcotraficante dijo necesitar de la influencia de una cierta persona para que el Ministerio Público pague una deuda de 18 millones de soles que tienen con la empresa de su familia: Sergero Sac. Agregó que si “él” lo ayudaba, usaría ese dinero para financiar la campaña de dicha persona el próximo año.
Esto levantó sospechas en muchos porque, ¿Quién necesita tanto dinero para una campaña? Un político que postula a la presidencia. ¿En qué partido militaba Oropeza? El APRA. ¿A qué políticos conoce el narcotraficante…? Y para su mala suerte, tan solo una semana después de que se filtró este audio comprometedor, el líder del partido de la estrella volvió a encontrarse en el medio de una controversia. Esta vez por un selfie con la bella modelo canadiense: Gia Rogers.
Y esto no causó polémica por ser una foto en la que el expresidente parece un tío mañuco. Fue porque resulta que la modelo es una exreclusa que estuvo encarcelada en Ancón por narcotráfico del 2010 al 2013. Ante esto, la modelo salió a desmentir su conexión con Alan García. Pero unos días después, el diario UNO reveló que la canadiense sí tiene un vínculo con el partido de la estrella.
Se encontraron fotos de Gia Rogers en la fiesta infantil del nieto del ex primer ministro Jorge del Castillo. Además, también se filtraron otras fotografías en las que se veía a la modelo con su pareja Jorge Lovatón de juerga, en compañía de Manuel del Castillo (hijo del dirigente aprista). Todo esto se dio después de que Manuel negara conocer a Gia cuando el diario accidentalmente publicó una foto de la esposa de Del Castillo en la fiesta infantil, confundiéndola con la canadiense. Pero al ser atrapados con las manos en la masa, la única defensa del ex premier Jorge, fue decir que la presencia de Rogers en la fiesta de su nieto, fue una “lamentable coincidencia”.
*Gia posando frente a la torta del cumpleañero
y el tío Jorge en shock por la "lamentable coincidencia".
AL BORDE DEL PRECIPICIO
Así que primero los narcoindultos, luego un vínculo a un narcotraficante, y de ahí una foto con una burrier. Es obvio que las cosas no se ven bien para el partido de la estrella. En especial para su líder Alan García. A estas alturas, cualquier persona con la capacidad de razonar, ya puede deducir que efectivamente existe un vínculo entre el narcotráfico y el APRA (sea cual sea la relación; no estoy diciendo que sea estrictamente monetaria).
Pero, lo que le ha causado mayor daño al expresidente no son estos sospechosos nexos con criminales. Total, hasta que no haya pruebas concretas, solo queda especular acerca de estos vínculos. A lo que yo me refiero, es a aquella cosa que es más grande que su barriga: su ego. Alan García no conoce culpabilidad ni reconoce los errores. Y es esto lo que lo ha llevado a meter la pata en su defensa contra los narconindultos. Lo cual solo ha hecho que parezca más culpable de lo que ya es.
El gran error de García ha sido no desvincularse de lo sucedido. Con tantas mentiras que está acostumbrado a decir, pudo haber dicho que sus funcionarios abusaron de su confianza y que lo engañaron. Porque, pese a haber resguardado la responsabilidad en los actos de su ministro, el no lo ha condenado por haber tomado las decisiones equivocadas. El expresidente ha defendido a Facundo Chinguel. También ha dicho que él mismo le dedicó horas de horas a los casos y que incluso le pidió consejos a Dios para saber por cuánto debía reducir las penas (¿Dios? ¿en donde cree que estamos? ¡¿el sur de Estados Unidos?! Se quemó solo el gordo...).
Así que pese a haberse echado grasa, parece que no ha sido suficiente. Hasta hace poco García ha defendido sus acciones bajo el argumento de que él firmó los indultos porque no estuvo fuera de la ley al hacerlo. Aunque tiene razón, ese no es el punto. El tema con todo esto es que él no logra reconocer que hubo corrupción en su gestión presidencial, pese a que la evidencia indica que sí. Incluso ha tenido la concha de molestarse y querer cambiar de tema cuando esto surge.
Y como si fuese poco, ha sido tan audaz como para comparar sus narconindultos con los indultos que ha estado otorgando el presidente estadounidense Barack Obama. El problema con esta comparación es que Obama ha liberado a personas sentenciadas por posesión o consumo de marihuana. Es decir, ofensores no violentos. Mientras que los indultos de García han ido a personas sentenciadas por delitos más graves en lo que respecta al narcotráfico. A reclusos que estaban cumpliendo condenas de hasta 15 años o habían sido allanados con 10 o más kilos de cocaína (o sea, no stoners que estaban en el lugar equivocado a la hora equivocada como en EE. UU.; sino jugadores importantes en el comercio de las drogas). Lo cual te hace pensar que quizás no es tan jalado de los pelos creer que se intercambiaron indultos por dinero. Todos sabemos que a narcotraficantes de ese calibre les sobra la plata.
Para rematar las acusaciones que enfrenta el expresidente, también ha salido un informe realizado por el periodista Franklin Briceño. En este, se les ha consultado a expertos estadounidenses especializados en narcotráfico, y las declaraciones que ellos dieron no son nada favorables. “Desde 1990 he trabajado en 114 países de todas las regiones del planeta y yo no conozco ningún otro caso de tal magnitud numérica", dijo el abogado y economista de la Universidad de Columbia, Edgardo Buscaglia. Mientras que el politólogo de la Universidad de Northern Illinois, P.S. Ruckman, ha manifestado que "a juzgar por la información disponible, pareciera ser la cifra más alta de indultados jamás habida".
Así que como pueden ver, no requiere ser peruano, y mucho menos antiaprista, para especular acerca de la corrupción ejercida por el exmandatario. Basta con una mirada objetiva sobre el tema para darse cuenta de que los narcoindultos son una muestra de la clase de excesos que pueden cometer personas corruptas en el poder. La última de sus payasadas ha sido decir que en un eventual tercer gobierno suyo (lo cual no va a pasar), entregaría las facultades de otorgar indultos a la iglesia. A un estilo similar al padre Hubert Lanssier quien revisó los indultos por terrorismo durante el gobierno de Alberto Fujimori (Fujimori y Montesinos también cobraban cupos de narcos, así que supongo que tiene sentido que García opte por hace lo mismo que el ex dictador).
*Fuente: El Panfleto
Todo esto que el expresidente ha estado haciendo para intentar lavarse las manos, lo ha ayudado a esquivar la ley, pero no le ha favorecido en otros aspectos. Según encuestas realizadas este año, el partido que se percibe como más corrupto es el APRA. Mientras que el político percibido como el más corrupto en el Perú, es Alan García. Esto le ha costado su lugar en el corazón del electorado. A diferencia de cómo se veía el panorama electoral hace un año, los candidatos más populares son Keiko y PPK. De ahí seguía Alan, pero hace poco ha caído por debajo de Cesar Acuña, quedándose con solo el 7 % de la intención de voto.
Según García, esto no significa nada, ya que en elecciones pasadas él ha pasado de tener ese mismo porcentaje a ser presidente. Y tiene razón. Políticamente, el Perú es un país impredecible, y con el nivel de demagogia que ejerce el líder aprista, no sería sorpresa verlo surgir en las encuestas en los meses que vienen. En especial porque podría ser que se libere de las acusaciones de los narconindultos.
Como dije antes, el pedido de amparo de García está siendo reevaluado en la Corte Superior. El tema con esto es que los votos de los jueces están divididos. Mitad a favor del amparo de García (o sea, que ya no se le investigue), y la otra mitad en su contra. Por esta razón, se ha convocado al juez Jesús Soller para decidir si son válidas las investigaciones contra el expresidente. Y el problema con esto es que dicho juez tiene un vínculo comprometedor con el acusado. Primero que todos en su familia son militantes apristas. Segundo, García es el padrino de su promoción de doctorado de derecho de la USMP. Y tercero (y quizás lo peor), es un juez que votó a favor de García cuando se anuló la primera citación para ser investigado por los narconindultos en el 2013. Repito: si esto no huele a corrupción ¿ENTONCES QUÉ?
A estas alturas, cosas como las que se han mencionado en este artículo, no deberían sorprendernos. Este es el Perú: donde democracia y justicia son palabras, y la corrupción y el abuso son hechos. Por eso tampoco debería sorprendernos cuando Alan García se salga con la suya. No solo por nuestro deficiente sistema, sino también porque el expresidente siempre ha mostrado ser aquel chancho que se rehúsa a ir al matadero.
Desde que fue acusado de enriquecimiento ilícito por su primer gobierno, siempre ha buscado la manera de limpiarse. Tanto así que llegó a ser presidente por segunda vez. Es obvio que su tercera presidencia no será una realidad, pero pensar que se cumplirá la justicia, es ser algo idealista. Por más que sea un auténtico CSM, García ha probado ser uno de los políticos más inteligentes de nuestros tiempos. Sabe moldear discursos, opiniones e incluso acciones para que jueguen a su favor. Así que si se aprueba su amparo, será otro día más en los zapatos de Alan García.
Nadie pide que se le encierre detrás de rejas o algo por el estilo. Pero sí que se cumpla la ley para por lo menos tener algo de dignidad como peruanos. Bastaría con que se le impida ejercer un cargo público por el resto de su vida como para darle al pueblo algo de satisfacción (aunque ya es un poco tarde. Hubiera sido útil en el año '90...). Porque es imposible que cosas como éstas sigan sucediendo en nuestro país y que nosotros no tengamos nada que decir. O que nuestro único decir sea votar a los mismos ladrones al poder. Por eso es que en estas siguientes elecciones no debemos cometer ese error. El cambio empieza por nosotros. Si seguimos mandando el mensaje de que los políticos pueden hacer de las suyas sin repercusiones, entonces todo seguirá igual.
Esperemos a ver si el fallo de la Corte Superior favorece o no al candidato presidencial. Sea cual sea el resultado, el daño a nuestra democracia ya está hecho. Porque, aunque se derogue el amparo, es difícil no pensar que más adelante el habilidoso Alan busque la manera de salirse con la suya, como ya lo ha hecho tantas veces. Pero de lo que sí podemos estar seguros es que si el líder aprista se salva, él no dudará en celebrar de esta manera:
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